Pocas veces la Eurocámara asiste a un debate tan unánime como el que ayer se vivió en Estrasburgo sobre la reforma del Tratado de Schengen, impulsada por los gobiernos para reintroducir controles fronterizos ante crisis migratorias. Con la excepción de los conservadores británicos, todos los grupos políticos atacaron y condenaron con dureza el intento del Consejo de excluir a la Eurocámara del nuevo mecanismo de evaluación porque "rompe la relación de confianza entre ambas instituciones", "abre la veda al populismo" y supone una decisión "despreciable, antidemocrática y antieuropea".
Los grupos decidirán hoy si suspenden las relaciones con la presidencia danesa de la UE -cuyo mandato expira el 30 de junio- y si hay base para denunciar el acuerdo ante el Tribunal de Justicia de la UE. El enfado de los eurodiputados se debe a la decisión adoptada el pasado 7 de junio por los ministros de interior de la UE en torno a la reforma del tratado. Los Veintisiete acordaron por unanimidad modificar la base legal de forma que ya no será necesario el visto bueno de la Eurocámara para el seguimiento y control, lo que significa que los gobiernos podrán decidir reintroducir los controles policiales en las fronteras de forma temporal sin tener en cuenta la opinión ni de la Comisión Europea ni de la Eurocámara. "Intentaré mantener la sangre fría pero no me faltan ganas de estallar", le espetó el jefe de filas de los populares, Joseph Daul, al ministro de Justicia danés, Morten Bodskov, que compareció ayer a exigencia de la Eurocámara. "Nos ha atacado. ¿Por qué se niega a que los eurodiputados puedan codecidir? Si los Estados miembros retiran su confianza al Parlamento vamos en la dirección incorrecta. Para nosotros la presidencia danesa terminó el 7 de junio", advirtió enfadado. Igual de iracundo fue el discurso de su colega socialista, Hannes Swoboda, progresista igual que el gobierno danés.
"Efectivamente hay un problema en la frontera entre Grecia y Turquía pero, ¿la respuesta que vamos a dar es cerrar las fronteras? Se atreve a venir aquí y a decir que les tenemos que dar las gracias por evitar cosas peores. ¿Cree que nos tenemos que arrastrar y por el suelo? Está abriendo la veda al populismo", alertó. Los ánimos contra los gobiernos siguieron encendiéndose con los siguientes eurodiputados. "No vivimos en la edad media, sino en el siglo XXI. Esto no se basa en el diálogo sino en la codecisión", advirtió un enfadado jefe de los liberales, Guy Verhostadt.
"Esto es un intento de renacionalizar Schengen. Es un ataque contra el método comunitario. Tenemos que tomar medidas e ir a los tribunales", abogó. Los grupos políticos decidirán en la reunión de los jefes de fila de hoy su siguiente movimiento. De momento algunos como los populares tienen muy claro que la etapa de negociación y diálogo con la presidencia danesa ha terminado. "Nosotros no vamos a continuar discutiendo con la presidencia danesa. Esto ha terminado", zanjó en rueda de prensa Joseph Daul sobre todas las negociaciones en marcha con el Consejo. "Es muy grave. Si no dan marcha atrás en la decisión y si el Consejo no se reúne de nuevo sobre Schengen para nosotros ha terminado", advirtió.