Para muchos andaluces no es nada sencillo estar lejos de su tierra cuando llega la hora de honrar a la Virgen del Rocío. La romería que se celebra en Huelva todos los domingos de Pentecostés supone una de las manifestaciones de religiosidad popular más masivas y conmovedoras, un punto de encuentro para hermandades llegadas desde todos los lugares del Estado, aunque sin duda hay bastante más que el mero fervor católico. Durante este pasado fin de semana, Vitoria se ha convertido en un pequeño pedazo de Andalucía para alegría de los nostálgicos a pesar de los rigores de su clima, nada sureño precisamente, con motivo de la festividad del Rocío que el centro andaluz Séneca ha desplegado en el corazón green de la ciudad, el parque de Arriaga. Los actos arrancaron el viernes con la recepción de las autoridades y los invitados al festejo, prosiguieron el sábado con la salida de la Virgen en procesión, las sevillanas, las rumbas y una concurrida salve rociera, y concluyeron ayer durante una maratoniana jornada donde no faltaron las ganas de disfrutar y confraternizar. Y eso que la lluvia amenazó durante muchos minutos con estropear la fiesta.
De hecho, la misa rociera interpretada por el coro del centro Séneca y que sirvió para iniciar los actos del día se vio sorprendida por unos ingratos invitados, los paraguas. No obstante, una vez concluida la ceremonia y como si por obra de la propia Virgen se tratase, el agua cesó y todos los ingredientes de la celebración acudieron a la cita según lo previsto. El parque adquirió un precioso color y el recogimiento tornó en alegre fiesta en un abrir y cerrar de ojos. José Antonio Rivera, integrante del centro Séneca y uno de sus expresidentes, se encargaba de hacer balance tras la misa, momento en el que los devotos procedieron a trasladar a la Virgen en procesión hasta la ermita de Arriaga. "Todo ha ido con normalidad, como se esperaba, a excepción del tiempo. Ayer -por el sábado- nos libramos de chiripa y ahora la cosa está un poco peor. Por lo menos nos está aguantando para sacar a la Virgen, llevarla y que disfruten todos los que han venido". Rocío Rodríguez y Verónica Jiménez, reina juvenil y reina oficial de este Rocío de 2012, respectivamente, encabezaron la comitiva relucientes, con sus trajes de sevillana -cómo no- y vistosos peinados tocados con flores.
En esta ocasión, disfrutaron de la fiesta representantes de los centros andaluces de Galdakao, Irun, Lasarte, Barakaldo o Getxo, sólo por citar unos pocos. Por lo general, el Rocío va turnándose por las distintas localidades vascas donde se celebra en diferentes fines de semana para que sus vecinos puedan acudir no sólo a la fiesta propia, sino a todas las posibles. Así la morriña, sin duda, se cura mucho mejor. "Esto es lo más grande, sacar la Virgen al pueblo y que todo el mundo la tenga cerca", festejaba Isabel, andaluza de Córdoba pero con más de tres décadas de vida en Gasteiz. Los vivas a la Blanca Paloma se entrelazaron con los cánticos y la fiesta no tardó en desatarse, al tiempo que Arriaga comenzaba a recibir a cientos de vecinos.
Fue entonces cuando los bailes empezaron a copar todos los rincones del parque y la vida se trasladó a las decenas de casetas particulares diseminadas por la zona. Menos que en años anteriores por culpa del clima, según reconocieron los organizadores del evento. El espíritu de hermandad del Rocío se ve aquí especialmente reflejado. "¿Queréis tomar algo?", preguntan desde una caseta. Y comienza a correr el rebujito, una refrescante mezcla de vino manzanilla con refresco de gaseosa -tipo 7 Up-, acompañado por buenas dosis de exquisito jamón ibérico, langostinos, salchichón, chorizo o queso. "Que no falte de nada", promete María, vitoriana casada con un sevillano y vestida con blancos lunares para la ocasión.
La fiesta siguió su curso durante todo el día, con actuaciones de grupos de baile y muchas dosis de rumba y flamenco, una nueva procesión con la Virgen a la que se dedicó a última hora de la tarde una nueva salve antes de ser trasladada, de nuevo, a su casa, el centro Séneca. Hasta el año próximo.