Semana Santa ha llegado a Jerusalén y los carteles de "no hay vacantes" se han colgado en las puertas de los hoteles de la ciudad y de la vecina Belén. Según el ministerio de Turismo israelí, 125.000 personas han llegado a Tierra Santa durante esta semana y, sumados a otros turistas y a los peregrinos que se unirán a la Semana Santa ortodoxa -que se celebra en los próximos días- la cifra ascenderá a 300.000 visitantes en todo el mes de abril.
El patriarcado latino, junto con los cristianos católicos, celebró la muerte y resurrección de Jesús desde el jueves, reuniéndose con los franciscanos en Getsemaní; el viernes caminaron por el Via Crucis, ayer encendieron la vela de Semana Santa, que permanecerá encendida 50 días hasta Pentecostés, y hoy celebrarán la Santa Misa en el Sagrado Sepulcro junto a las autoridades israelíes y representantes de los consulados de países predominantemente católicos del mundo. El turno de los ortodoxos para celebrar la pascua en el templo más sagrado de Jerusalén llegará el fin de semana que viene, con la tradición del Fuego Sagrado Milagroso. El patriarca griego ortodoxo, Teófilos III, entrará en la tumba de Jesús tras ser registrado para comprobar que no posee ningún tipo de encendedor y, tras rezar durante media hora, saldrá del recinto con una vela encendida. Después, los sacerdotes ortodoxos palestinos encenderán sus velas con el Fuego Sagrado y las portarán a sus ciudades y poblados, donde serán recibidos en procesión por los vecinos y las bandas de boy scouts. Pero no todo son celebraciones para la comunidad cristiana palestina. Los 120.000 cristianos que habitan en el lado israelí del muro podrán llegar hasta el Sagrado Sepulcro, pero el acceso para los 50.000 cristianos de Cisjordania y los 3.000 de Gaza depende de que Israel les conceda un permiso. Este año, se han concedido 20.000 permisos a los primeros y 500 a los segundos. Haber participado en una Intifada, ejercer el activismo o simplemente haber sido herido por el ejército israelí pueden ser motivos suficientes para que el permiso sea denegado. "Yo estuve ocho veces en la cárcel durante la primera intifada por desobediencia civil. Llevo sin obtener un permiso y sin visitar Jerusalén desde hace 15 años", manifiesta Jawad, cristiano ortodoxo de Belén. Durante el Domingo de Ramos, varios clérigos añadieron por primera vez un tono político al evento, sosteniendo carteles que denunciaban las restricciones en la libertad de culto en Jerusalén.
EN EL TERRENO Israel ha tratado de culpar en multitud de ocasiones a los musulmanes del éxodo masivo de cristianos palestinos a otras partes del mundo; pero los líderes de las comunidades cristianas lo han negado tajantemente; hace un mes, 80 de ellos firmaron una carta de protesta contra el embajador de Israel en EEUU, Michael Oren, calificando este discurso de "vergonzosa manipulación de los hechos con el fin de enmascarar el daño que Israel ha hecho a nuestra comunidad".
La delegación jerosolimitana del Concilio Mundial de Iglesias realizó una encuesta entre los cristianos palestinos que abandonaron el país de la que se desprende que el 70% lo hizo debido a la inestabilidad política y la incertidumbre con respecto al futuro y un 36% por miedo a la falta de seguridad. Un informe de la ONU lo ratificaba a principios de año y especificaba "las restricciones israelíes, los impuestos y las dificultades de los clérigos para obtener los permisos de residencia" como motivos adicionales. Debido a todo ello, sólo un 1,48% de la población de toda la Palestina histórica es cristiana -en comparación con el 24% de principios del siglo XX-. En Jerusalén, sólo quedan 9.000 de sus más de 700.000 habitantes y, según el Concilio Mundial de Iglesias, la cifra podría reducirse a la mitad en 6 años de seguir el ritmo actual de confiscación de documentos de identidad a los palestinos.
En el terreno, los palestinos cristianos sufren las mismas consecuencias de la ocupación que los musulmanes. El pasado octubre, el ayuntamiento de la pequeña población cristiana de Beit Jala, pegada a Belén, recibió dos órdenes militares por las cuales se le anunciaba que se confiscarían 52,5 hectáreas de su tierra para construir el muro. Desde entonces, su párroco oficia misas todos los viernes junto a sus feligreses en las tierras que serán confiscadas. En otro de los extremos de Beit Jala, el valle de Majrur, cuatro casas y todo el sistema eléctrico de la vecindad fueron demolidos el pasado martes sin previo aviso. "Este es el regalo de Israel para los cristianos palestinos por Semana Santa", expresó el coordinador del comité anti muro local al conocer la situación. "Vivimos en un permanente Viernes Santo esperando que llegue el Domingo de Resurrección", señala el padre Firás, del patriarcado latino. "Por eso es importante que los peregrinos y turistas no se dediquen sólo a mirar monumentos, sino que visiten a las piedras vivas de la historia cristiana en Tierra Santa: los palestinos cristianos".
Los habitantes cristianos de Belén celebrarán hoy el Domingo de Resurrección de una manera alternativa: con una manifestación en las tierras que les serán confiscadas encabezada por una pancarta en la que se podrá leer un mensaje tan obvio como ignorado: "Vivimos aquí, existimos aquí".