PAMPLONA

El achacoso Rey de España, que en enero cumplirá 74 años, no gana para disgustos cuando de elegir yerno se trata. Que su hijo varón y príncipe heredero, Felipe, se casara con una plebeya divorciada como Letizia Ortiz se antoja hoy pecata minuta. Sus dos mayores quebraderos de cabeza se los han proporcionado los esposos vascos de sus dos hijas. La mayor, Elena, se casó en 1995 con el extravagante Jaime de Marichalar (Iruñea, 1963), del que se divorció el año pasado. Inmediatamente, el navarro fue apartado de varios consejos de administración (Axa o Winterthur) o del palco del Bernabéu: desapareció de la vida real, ya que hasta su figura salió del Museo de Cera en Madrid. Visto y no visto. Bueno, al rey le quedaba la modélica pareja formada por la solidaria Cristina de Borbón y el afamado deportista Iñaki Urdangarín (Zumarraga, 1968), pero la magia se ha evaporado al saberse que el guipuzcoano puede ser imputado por la Fiscalía Anticorrupción por malversación de fondos públicos en la Operación Babel. Según publicaba El Mundo, la Casa Real se habría desvinculado por completo de la defensa de Urdangarín. Aun sintomático, este abandono no es lo más grave que puede ocurrirle al exdeportista: si fuese declarado culpable del desvío de dos millones de euros del Instituto Nóos entre 2004 y 2006, podría acabar en la cárcel, un golpe de proporciones insospechadas para la monarquía española, que no vive precisamente su momento de mayor popularidad.

Grave acusación

A tenor de la información filtrada a la prensa, Urdangarín no sería una víctima de su socio, Diego Torres, del que se insinuó que podía haber utilizado el buen nombre del yerno del rey para abrir puertas y llenar bolsillos, sino sujeto activo de la trama. Torres declaró que Urdangarín "participaba de forma activa en la toma de decisiones" del Instituto Nóos y la acusación no distingue entre ambos. Investigaciones realizadas al ex director general de Deportes balear, José Luis Ballester, apuntan a que Urdangarín actuaba como "conseguidor" de contratos entre su empresa y la Administración balear, entonces en manos del PP.

Torres no es el único que ha señalado al guipuzcoano. El abogado del expresidente balear Jaume Matas (PP), imputado por la misma causa, pidió el viernes que se investigase a Urdangarín. Matas es la génesis, ya que las supuestas irregularidades del duque de Palma no habrían aflorado sin el caso Palma Arena, que investiga la millonaria adjudicación y gestión de las obras del faraónico velódromo de Palma de Mallorca. El nexo de unión entre ambos casos tiene su origen en la adjudicación de dos contratos por valor de 2,3 millones de euros en 2005 y 2006.

Y el PP valenciano

La trama no se limita a Baleares, ya que navega hasta Valencia, lo que a su vez conduce hasta Francisco Camps, evidenciando la buena relación que mantenía Urdangarín con el PP. Aparte de haber cobrado 1,3 millones de euros del Ayuntamiento de Valencia -gasto que justificó el su alcaldesa, Rita Barberá-, las empresas de Urdangarín también recibieron 1.732.000 euros de la Comunidad Valenciana. Esquerra Unida anunció que llevará los contratos ante la fiscalía "por si acaso".

El dinero del Govern balear llegó al Instituto Nóos, en teoría una asociación sin ánimo de lucro dirigida a la asesoría y gestión del mecenazgo deportivo. Pero en opinión del fiscal anticorrupción, José Castro, estos fines no eran más que una cortina de humo para evitar sospechas entre sus clientes y apoderarse del dinero. El sistema consistía en autofacturar el dinero público captado a precios desmesurados (a través de facturas infladas, falsas o inexistentes) entre compañías familiares, como Consultoría Nóos o la inmobiliaria Aizoon S.L., de la que es copropietaria Cristina de Borbón. Así, el Instituto Nóos "simulaba la contratación de servicios ficticios a entidades mercantiles o presumiblemente facturados por un importe superior al servicio realmente prestado", según la fiscalía. De esta manera, el instituto facturó 2,3 millones de euros por organizar dos jornadas de turismo y deporte, el Illes Balears Forum, en 2004 y 2005, importe que la fiscalía considera "totalmente desproporcionado". Según informó Público, los justificantes del gasto no han aparecido y el agujero sería de un millón de euros. Por si fuera poco, las pesquisas de la fiscalía también apuntan a que parte del dinero fue destinado a un paraíso fiscal entre 2006 y 2007, al parecer Belice. Según el auto, el puente para mover el dinero fue De Goes Center for Stakeholder Management SL, también investigada. Par más inri, la Fundación Deporte, Cultura e Integración Social que dirigía Torres compró De Goes Center.

El yerno responde

Urdangarín remitió el viernes un comunicado en el que anunciaba que defendería su "honorabilidad e inocencia", "desde la convicción" de que su actuación profesional "ha sido siempre correcta". Fueron sus primeras declaraciones desde que se destapó el escándalo, que le ha sorprendido en Washington, donde vive con su esposa y sus hijos. Los duques de Palma se trasladaron a EE.UU. en 2009, a raíz de que Urdangarín hubiera ascendido en Telefónica como coordinador general de las actividades del grupo. Algunos medios madrileños especulan ahora con que el nombramiento tenía que ver con un intento de alejar a Urdangarín de España -y de la Casa Real- debido a la notable y sospechosa dimensión que habían alcanzado los negocios y el patrimonio -se compró una casa valorada en 6 millones de euros en la zona más chic de Barcelona- de una pareja cuya vida profesional órbita en torno a la beneficencia: ella es directora del Área Social de la Fundación La Caixa. Es un secreto qué cuantía de su asignación anual destina el rey a la pareja.

Sea o no imputado el yerno del rey, el escándalo Urdangarín supone otro golpe más contra la Familia Real española, que no vive sus mejores momentos. El pasado mes de octubre, y por vez primera en las casi dos décadas de la encuesta, la monarquía suspendió en el CIS al asignarles los españoles una nota de 4,89 puntos sobre diez. El suspenso llegó sin que mediara escándalo alguno. Ahora, el escándalo está servido.