SI la pugna de estas generales en el Estado se traduce, al final, en el mano a mano entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba -incluso entre Rajoy y Rajoy, a tenor de las encuestas-, en Euskadi esta contienda electoral gana antagonistas, dibujando un tablero político con cuatro jugadores que en esta campaña se juegan algo más -por si fuera poco- que la representación en el Congreso. PNV, PSE, PP y Amaiur mueven con tiento sus fichas en un casillero con reglas nuevas y con la mirada puesta en una meta algo más lejana y más amplia: las autonómicas y el escenario abierto tras el fin de ETA, factor que introduce el elemento más novedoso seguramente, la primera campaña sin la amenaza de organización armada.
pnv y amaiur
En clave de primera vuelta
En el tablero doméstico, la batalla más obvia es la que se dirimirá en el espectro abertzale o, más concretamente, por la primacía en el espectro abertzale. De un lado, mueve ficha un PNV cuyo inmenso ascendiente sobre el Gobierno de Madrid especialmente en la última legislatura está en decadencia ante la previsible mayoría absoluta con la que contará Mariano Rajoy. Pese a ello, los jeltzales aspiran a mantenerse como Grupo Vasco en el Congreso, aunque esa hegemonía se vea amenazada por la coalición soberanista que une fuerzas bajo las siglas de Amaiur.
La referencia más reciente la dan las municipales y forales del pasado mes de mayo y, a tenor de esos resultados -alimentados sin duda por el anuncio del "cese de la actividad armada" por parte de ETA-, Amaiur está avanzando todas sus fichas hacia la casilla final a velocidad meteórica. No se descarta incluso que pudiera lograr grupo propio en el Congreso, para lo que se necesitaría conseguir 5 diputados y al menos el 15% de los votos de las circunscripciones en las que concurre -Araba, Gipuzkoa, Bizkaia y Navarra- o el 5% sobre el total de votos del Estado. Los sondeos preelectorales dibujan un escenario en el que la coalición abertzale podría moverse en un suelo de cuatro diputados -uno por territorio-, aspirando con muchas opciones a lograr dos en Gipuzkoa -llamado a ser su auténtico granero de votos-, aunque el CIS lo ha corregido a otro mucho más escaso, dejándoles sin representación en Araba y Navarra y con solo tres diputados.
Si Amaiur está en la cresta de la ola, los jeltzales trabajan con una estrategia de juego a medio plazo, después de encadenar varias citas electorales decepcionantes, bien por resultados en las urnas -como las últimas municipales y forales o las generales de 2008-, bien por la materialización de esos resultados -como en las autonómicas de 2009-. Estas generales han de ser el primer estadio en el intento de reconquista de Ajuria Enea y, en ese sentido, presentan cierta pátina de primera vuelta. El PNV aborda su proceso de renovación de ejecutivas a partir de enero y ahí se tendrá que ir definiendo la respuesta a una cuestión clave: el candidato a lehendakari. La quiniela al respecto es tan amplia como cambiante, pero el último Alderdi Eguna sirvió para alimentar las especulaciones en torno a Josu Erkoreka, quien adopta un papel central en la campaña jeltzale de estas generales.
Por otra parte, los rumores sobre un adelanto de las autonómicas han jalonado la legislatura desde antes incluso de que comenzara y hasta el momento no han pasado de deseos, pero arrecian otra vez al calor del influjo que pueda tener la llegada de Rajoy a La Moncloa sobre la relación de los socios preferentes y de la situación interna en la que puedan quedar el PSOE y el PSE-EE, con su jefe de filas, Patxi López, ante una eventual derrota de Pérez Rubalcaba y el inevitable trámite de relevar a José Luis Rodríguez Zapatero de la secretaría general de Ferraz. El nombre de López comienza a sonar más que tímidamente en foros públicos como uno de los aspirantes más serios a disputar a Carme Chacón el liderazgo del partido tras una retirada de Pérez Rubalcaba.
Los jeltzales se enfrentan al reto de remontar posiciones para mantener su feudo de Bizkaia -el objetivo es lograr los tres diputados de hace cuatro años, lo que significará arrancárselo a la cuarta formación en el reparto que establece la Ley D'Hondt - y no retroceder en Araba y Gipuzkoa bajo el empuje de Amaiur. Entre otras cosas porque estas generales tienen, como las últimas municipales y forales, una inevitable lectura en clave de proyección autonómica.
escenario post eta
El conflicto del conflicto
Sin embargo, estos comicios también se juegan en un tablero diferente, el que el anuncio de ETA del pasado 20 de octubre ha colocado sobre la mesa. Por una parte, el espectro abertzale de izquierdas consigue presentar una oferta electoral conjunta que desactiva parcialmente la Ley de Partidos -Sortu sigue esperando el plácet del Constitucional-, que devolverá a la izquierda abertzale histórica a las Cortes por primera vez desde su abrupta salida del Congreso en 1996 y tras un historial en la institución marcado por el rechazo a tomar parte en su actividad de manera normalizada.
Por otra, el PNV comparece con una propuesta en la cartera que entronca con el espíritu de la propuesta de nuevo Estatuto de Juan José Ibarretxe y retoma el objetivo de un acuerdo entre Euskadi y el Estado en términos de bilateralidad, con fecha 2015 -es decir, justo a final de la legislatura que dará comienzo el 20-N- con la que abordar el tiempo post ETA. Dos opciones para abordar el denominado "conflicto político" de cuya existencia discrepan las otras dos grandes opciones electorales de Euskadi: populares, que previsiblemente gestionará desde Moncloa el proceso del fin de ETA, y socialistas, que lo harán desde el Gobierno Vasco.
En el caso vasco, estas dos formaciones parten con el Acuerdo de Bases como referencia. La cuestión es qué efectos puede tener sobre la alianza de los socios preferentes un cambio de color en La Moncloa. A priori, ambas partes lo han dado por blindado; no obstante, es inevitable especular con el efecto que pueda tener para esta alianza el cambio de color en La Moncloa o, incluso, el nuevo y ampliado abanico de relaciones políticas abierto tras las elecciones forales en el que ha profundizado el anuncio de ETA. Más que nunca, hoy no resulta descabellado encontrar puntos en común entre PNV y PP o entre PSE y Bildu, por ejemplo, y ayuntamientos y juntas generales ya han sido testigos de ello.
pse y pp
Enemigos y sin embargo socios
De momento, los socialistas vascos se juegan en esta cita comprobar si el espectacular revés que recibieron en mayo -incluso mayor que el propinado al PSOE a nivel estatal- es su suelo -tal y como vino a avalar el CIS el viernes- o todavía tienen margen de hundimiento, con la vista puesta a corto plazo -en el 20-N- pero fundamentalmente pensando en las autonómicas. El empuje de Amaiur fraccionará más la tarta que hace cuatro años se repartió sólo entre tres, así que los socialistas tendrán difícil repetir los muy buenos resultados de las generales de 2008, cuando fueron primera fuerza en Euskadi y en los tres territorios; aunque el PP tradicionalmente no ha conseguido ni siquiera en los mejores momentos a nivel estatal situarse como primera fuerza en Euskadi -en 2000, mayoría absoluta de José María Aznar, el PP fue el segundo partido más votado a dos puntos del PNV aunque igualados a siete escaños-.
Al PSE le pesa la gestión económica de Rodríguez Zapatero, como a todo el PSOE, lo que teóricamente debería traducirse en cierto trasvase de voto a la saca popular. Pero en los comicios de mayo ya se apreció que los socialistas vascos pagaron un plus respecto a sus compañeros del Estado que tiene más que ver con el Gobierno Vasco. Los populares vascos juegan con la complejidad de horadar al enemigo acérrimo en el Estado en la figura del socio, también presupuestario, en la CAV. Los dados han echado a rodar sobre el tablero y las fichas avanzan.