ELUCUBRAR con los sondeos electorales suele ser cosa del último fin de semana de campaña, pero el CIS ha tenido a bien lanzarnos a todos a la piscina desde el día. Los datos que ofrece la encuesta relativos a Euskadi y Navarra resultan, como poco, cuestionables. Cierto que los factores que inciden en unas generales son distintos a otras citas electorales, cierto que las cosas cambian en seis meses, ¿pero tanto? Pensar que el PSE ha pasado de recibir el mayor correctivo del Estado en mayo a los socialistas a repetir como partido más votado en la CAV en las generales resulta, cuando menos, aventurado, casi tanto como pretender que PSE y PP dupliquen en escaños a PNV y Amaiur. Suponer que Amaiur no va a lograr escaño en Navarra es increíble, salvo si se tiene en cuenta que la encuesta pregunta por NaBai y no por Geroa Bai, lo que podría explicar parte del desfase. A partir de ahí, es lógico dudar de que el sondeo sea más ajustado a los precedentes en otras latitudes y, por tanto, poner en el congelador el aplastante triunfo que el CIS otorga a Mariano Rajoy. Si lo decía nada más y nada menos que González Pons ayer: "La cocina del CIS huele a tostada".