KABUL. Esta vez no fue ninguna compleja operación de comando, como las que los talibanes han realizado en los últimos meses en Kabul. Un único suicida se voló por los aires ayer en la capital afgana, perpetrando un auténtico baño de sangre: 13 soldados estadounidenses y cuatro afganos perdieron la vida al explotar un coche bomba cargado con 700 kilos de explosivos. Un portavoz del Pentágono confirmó la nacionalidad de las víctimas. Nunca antes los talibanes habían matado en Kabul a tantos soldados de la OTAN en Afganistán con un único atentado. Y no solo este ataque despierta las dudas sobre si el país será lo suficientemente estable en 2014 como para una retirada de las tropas extranjeras, lideradas por la OTAN.

El ataque tuvo lugar en torno a las 11.15 de la mañana hora local (08.45 de Euskadi) en la plaza de Darulamán, junto al viejo palacio del mismo nombre, y según distintas fuentes fue cometido por un insurgente que circulaba en un todoterreno cargado de explosivos. El terrorista suicida conducía un tunis, nombre con el que se conoce a las furgonetas comunitarias que se utilizan en la capital afgana como transporte público, y lo precipitó contra uno de los vehículos del convoy internacional que transportaba a formadores militares encargados de preparar a las tropas afganas, explicó un portavoz talibán, Zabiulá Muyahid.

Testigos y fuerzas del orden aseguraron que la explosión fue muy potente y que causó el vuelco de un vehículo de la fuerza internacional. En imágenes emitidas por los canales televisivos locales podía verse una columna de denso humo negro elevándose desde ese vehículo ladeado, y un policía sobre el terreno dijo haber visto al menos a "diez soldados internacionales" muertos y uno herido. La misión de la OTAN guardó mutismo durante varias horas y, aunque primero reconoció que había "bajas" entre sus soldados, sin llegar a precisar si se trataba de muertos o heridos, más tarde un portavoz confirmó que había "trece soldados fallecidos".

El presidente del país, Hamid Karzai, precisó en una nota condenatoria que dos de los muertos eran estudiantes. "Este ataque muestra que los enemigos de Afganistán quieren matar a los afganos de cualquier forma posible y destruir este país.

Inquietantes noticias llegaron ayer también desde otras partes del país. En el este, una mujer se voló por los aires, causando heridas a dos policías. Y los atentados suicidas perpetrados por mujeres son muy infrecuentes en el país. Mientras, en el sur, otros tres soldados de la Alianza perdieron la vida al ser atacados a tiros por un hombre que llevaba un uniforme del ejército afgano. Un caso que no aumenta la confianza en las fuerzas de seguridad afganas. El calendario que prevé que el ejército afgano asuma el control de la seguridad en 2014 ya se consideraba ambicioso. Tanto el ejército como la policía afgana están recibiendo instrucción, pero hay diferentes opiniones sobre su calidad. También resulta polémica la cuestión de si la situación de seguridad mejorará, y con ello podrán sentarse poco a poco las bases para la retirada de soldados extranjeros, o si empeorará, como en los últimos años.

Baile de cifras Entre enero y septiembre, la OTAN registró un 8% menos de "ataques enemigos" que en el mismo periodo del año anterior, con lo que considera interrumpida la tendencia de 2010. Sin embargo, Naciones Unidas llegó a unas conclusiones diametralmente opuestas y constata un dramático empeoramiento de la situación. Al contrario que las de la Fuerza Internacional, las estadísticas de la ONU incluyen no solo los ataques perpetrados contra tropas extranjeras, sino todos "los casos relevantes de riesgo de seguridad". Entre ellos figuran por ejemplo los explosivos descubiertos antes de su detonación. Así, las cifras de la ONU apuntan a un incremento del 39% de incidentes entre enero y agosto de 2011, frente al mismo periodo del año anterior. Con este marco, no se prevé un fin de la violencia.

El 16 de noviembre tendrá lugar en Kabul una oya yirga o gran reunión de la asamblea, que decidirá sobre una posible cooperación estratégica con EE.UU., postura rechazada de pleno por los talibanes. También se analizarán las conversaciones con los talibanes, que hasta ahora no han tenido éxito y en las que los rebeldes no parecen estar especialmente interesados.

Los talibanes han anunciado su intención de boicotear la loya yirga. "Los estadounidenses quieren abusar una vez más de esta tradición con su régimen de peones para su objetivo a largo plazo de una presencia duradera en Afganistán", comunicaron los rebeldes. Según éstos, los participantes en la asamblea son traidores que serán perseguidos y castigados "en todos los rincones del país". Para los rebeldes, la entrega de la responsabilidad sobre la seguridad a las fuerzas armadas afganas es un "proceso sin valor alguno" que no mermará sus operaciones. Aunque la llamada transición sigue adelante. Siete regiones se encuentran desde julio en esta etapa. Ahora, según datos provisionales de las autoridades, seguirán en una segunda tanda 17 de las 34 provincias afganas, total o parcialmente. La decisión definitiva sobre las regiones afectadas la tomará estos días el presidente, Hamid Karzai.

Parece poco probable que el proceso de entrega de la responsabilidad sobre la seguridad se detenga o sea ralentizado, pese a la permanente violencia. Las naciones que aportan soldados están cansadas de la guerra, y la mayoría quiere el fin de esta sangrienta misión en la que actualmente aún participan unos 130.000 soldados de la Fuerza Internacional. Antes de que se celebre la loya yirga, Karzai viajará el miércoles a Estambul, donde se reunirá con representantes de otros Estados de la región. Este encuentro en Turquía se considera como una etapa en el camino hacia la conferencia de Afganistán, que tendrá lugar el 5 de diciembre en la ciudad alemana de Bonn, y en la que se definirá definitivamente el camino a seguir en el Hindukush hasta 2014.