Madrid, 19 ago (EFE).- Benedicto XVI ha alertado hoy en el monasterio de los agustinos de San Lorenzo de El Escorial contra los "abusos de una ciencia sin límite" y ha denunciado que en la sociedad actual se constata "una especie de eclipse de Dios, un rechazo al cristianismo y la negación de la fe recibida".
El papa, que inició su segunda jornada de la JMJ en Madrid con una visita de cortesía a los reyes en el palacio de la Zarzuela, se trasladó posteriormente a la localidad madrileña de San Lorenzo de El Escorial -a 50 kilómetros de la capital- donde, en su Patio de los Reyes, mantuvo un emotivo encuentro con 1.664 jóvenes religiosas.
La religiosa de las Siervas de María Belén González Herrera pronuncio unas palabras de bienvenida y, tras decirle que "lleva una pesada cruz", ha recordado al papa que no la lleva sólo y que cuenta con ellas en el silencio del claustro o en sus distintas ocupaciones, a la vez que le ha expresado el cariño de las consagradas.
Benedicto XVI ha denunciado que "en la sociedad actual se constata una especie de eclipse de Dios, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza".
Y ha agregado que frente al relativismo y la mediocridad, surge la necesidad de esa radicalidad evangélica "que testimonia la consagración como una pertenencia a Dios sumamente amado".
Posteriormente, y en la basílica del monasterio, el obispo de Roma mantuvo un encuentro con el mundo académico y universitario -la primera vez que se produce dentro de la JMJ y a petición expresa del pontífice- en el que participaron 1.200 jóvenes profesores universitarios.
Tras la salutación del arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, y la bienvenida del vicerrector de la Universidad católica San Pablo-CEU, Alejandro Rodríguez de la Peña, que le ha agradecido su "fecundo magisterio" sobre la formación universitaria y el necesario diálogo entre fe y razón, el Papa ha incidido en que si verdad y bien deben estar unidos también deben estarlo el amor y el conocimiento.
Benedicto XVI, quien durante 25 años fue profesor universitario, ha advertido de los "abusos" de una ciencia "sin límites" y ha asegurado que cuando se elimina toda referencia a Dios se puede llegar al totalitarismo político, y que para evitarlo la universidad es la que preserva de esa visión reduccionista y sesgada del ser humano.
El papa ha insistido en que los jóvenes necesitan puntos de referencia a los que anclarse en la sociedad.
Y ha explicado que "cuando la sola utilidad y el pragmatismo inmediato se erigen como criterio principal (de la educación), las pérdidas pueden ser dramáticas: desde los abusos de una ciencia sin límites, más allá de ella misma, hasta el totalitarismo político que se aviva fácilmente cuando se elimina toda referencia superior al mero cálculo de poder", ha denunciado.
En cambio, "la genuina idea" de universidad "es precisamente lo que nos preserva de esa visión reduccionista y sesgada de lo humano", porque la universidad encarna un ideal que no debe desvirtuarse ni por ideologías cerradas al diálogo racional, "ni por servilismos a una lógica utilitarista de simple mercado, que ve al hombre como mero consumidor".
Tras afirmar que los jóvenes necesitan auténticos maestros, personas abiertas a la verdad total en las diferentes ramas del saber, el papa ha exhortado a los profesores a no perder nunca la "sensibilidad e ilusión" por la verdad, a no olvidar que la enseñanza no es una escueta comunicación de contenidos, sino una formación de jóvenes, y les ha pedido que sean "para ellos estímulo y fortaleza".
Porque, ha subrayado, no se puede avanzar en el conocimiento de algo "si no nos mueve el amor, ni tampoco amar algo en lo que no vemos racionaldad".
Al acto con el mundo universitario asistió el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, quien saludó al papa, y otras autoridades civiles y religiosas.
El papa había llegado a San Lorenzo de El Escorial en medio del júbilo de miles de personas que lo esperaban, entre ellos el alcalde, José Luis Fernández-Quejo, que le ha entregado la medalla de honor de la ciudad. EFE