Objetivo: la playa de La Arena. Esta pudo ser la orden que los militares españoles del Ejército de Tierra recibieron ayer por la tarde cuando cruzaron al trote los aledaños del arenal vizcaino más visitado. Ante el asombro de los centenares de bañistas, que en ese momento aprovechaban uno de los pocos días del verano en los que el cielo lució un azul impecable sin miedo a la lluvia, decenas de uniformados dejaron un año más en Euskadi el sello de sus maniobras.
Los soldados, que después de cruzar la playa de Muskiz desaparecieron por carretera en media docena de camiones y jeeps escoltados por la Guardia Civil, iban vestidos con el pertinente uniforme de camuflaje y luciendo los fusiles de asalto. Los mismos que dejaron atónitos a los ciudadanos que en ese momento, como se puede apreciar en la imagen de arriba, se disponían a comer en los bancos dispuestos para tal efecto antes de entrar en la arena. Una instantánea cuanto menos un tanto curiosa en la que militares y bañistas se mezclaron con las sombrillas, las tumbonas y la ropa de asalto.
Aunque la secuencia puede sorprender a los lectores, la presencia del Ejército español es una constante en Euskadi. Y sobre todo en verano. La oposición que de forma mayoritaria han mostrado a lo largo de los años los vascos a los uniformados no importa a los responsables de Defensa, que, año tras año, dan la orden para que las maniobras recorran diferentes puntos de Euskadi. El punto más álgido de esta polémica tuvo lugar hace poco más de dos años, concretamente el 25 de junio de 2009. En aquel momento, los militares españoles colocaron una rojigualda de importantes dimensiones en la cruz del Gorbea. A los militares no les importó alterar con la enseña española uno de los símbolos de Euskadi. Es más, según pudo saber este periódico en ese momento tras tener acceso a un documento extraoficial elaborado por personas cercanas a los servicios de inteligencia españoles, detallaba cómo la acción en lo alto del monte no fue resultado de un arrebato espontáneo de los soldados cuando alcanzaron la cumbre, sino que la provocación fue decidida en una comida que compartieron mandos militares con dirigentes y exresponsables del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y de su antecesor, el Cesid.
Meses después de las maniobras en el Gorbea, el Gobierno español respondió en el Congreso sobre esta cuestión a una pregunta del PNV. El Gabinete de Rodríguez Zapatero englobó la colocación de la rojigualda como parte de la preparación física de los militares.
una provocación El verano pasado, el Ejército español desató las críticas entre los representantes municipales de Durangaldea y Lea Artibai tras protagonizar diferentes maniobras. Algunos de los vecinos de la zona que se toparon con los soldados mostraron su asombro a este periódico y consideraron una "provocación" la presencia de los uniformados.