LOS tradicionales rifirrafes estivales entre distintos partidos políticos vascos entorno a la presencia o ausencia de la enseña española en los edificios institucionales, conocidos popularmente como guerra de las banderas, inauguraron ayer en Donostia un capítulo desconocido hasta la fecha. La refriega se caracterizó por su novedoso leitmotiv: la bandera española ubicada en el edificio consistorial de la capital de Gipuzkoa estaba enrollada tras el mástil y no ondeaba como de costumbre, y hubo quien vio una mano negra tras aquel inquietante hecho. La sospecha del sabotaje no tardó en cernirse sobre la Corporación local de Bildu.
Fue el PP quien abrió la caja de los truenos. Su portavoz municipal, Ramón Gómez Ugalde, aseguró en la red social Twitter que alguien había "arrancado" la rojigualda del Ayuntamiento de Donostia, aderezando su denuncia con abundante material gráfico. "Y solo se accede -a la bandera- desde el despacho de Bildu", apuntó el popular.
La denuncia inicial de Gómez Ugalde fue matizada en un comunicado posterior, donde el PP denunció que la bandera española sufría "una nueva agresión" en la capital de Gipuzkoa: "Ha aparecido atada al mástil, impidiendo que se despliegue con normalidad". La línea de investigación que tenían entre manos les llevó a pensar que "alguien" habría subido al tejado del ayuntamiento y habría "sujetado" la enseña. "El caso es no cumplir la legislación y hacer vejación de los símbolos españoles", denunciaron los populares donostiarras.
La Ley de Banderas en vigor recoge la obligatoriedad de que la rojigualda "ondee en el exterior de todos los edificios y establecimientos de la administración municipal del Estado", ocupando además un lugar "preeminente de máximo honor". Ayer, sobre el ayuntamiento de Donostia, la bandera española estaba presente, si bien no "ondeaba".
Tras poner el PP la pelota en juego, correspondía al PSE dar su particular visión de la polémica del día en la capital del territorio. Entraron al trapo con ganas, aportando incluso una prueba fotográfica previa a la denuncia popular. En un comunicado, haciendo gala de su "deseo de colaborar con el Gobierno municipal", los socialistas "alertaron" a Bildu de la existencia de "algún problema técnico" con los mástiles del edificio consistorial. Dicho contratiempo, según el PSE, provocó que una de las banderas enganchase por la parte trasera del mástil, "haciendo como que no está colocada".
"Se trata del mástil central, que puede presentar alguna deficiencia que haya enganchado la tela de la bandera", especificaron los socialistas en referencia a la bandera española. No obstante, destacaron que "el resto de mástiles funcionan a las mil maravillas, sin problema".
EL DESENLACE
Un final 'feliz'
Con el revuelo de rigor extendiéndose por medios de comunicación y redes sociales, el Consistorio donostiarra tuvo que salir al paso para dar explicaciones sobre el polémica estado de la rojigualda. Según declararon fuentes municipales a este periódico, el que la enseña apareciese ayer enrollada era achacable a la acción del viento. "No ha habido ninguna mano negra", aclararon.
Afortunadamente, la polémica no pasó a mayores. Hacia el anochecer, un intrépido técnico municipal accedió al tejado del edificio consistorial y consiguió solventar el problema que supuestamente afectaba a la bandera española, que volvió a ondear al viento. Tras horas de incertidumbre, la normalidad regresaba a la capital de Gipuzkoa.
No es la primera vez que la bandera española que ondea sobre el edificio consistorial de Donostia da pie a la polémica. Al margen de enredos como el de ayer, el episodio más destacable con la rojigualda del Ayuntamiento como protagonista se retrotrae a la Aste Nagusia de 1983, cuando tres concejales de HB retiraron el citado trapo. Los tres -Felix Soto, Joseba Ibarburu y Andoni Arca- fueron condenados a seis meses y un día de prisión y a seis años de inhabilitación por un delito de ultraje a la bandera.