MADRID. Dicha píldora, que incluía etinilestradiol y acetato de noretisterona, llegá a Europa meses después de que se aprobase en Estados Unidos. El primer país donde se comercializó fue Alemania, y poco a poco se fue extendiendo al resto de países, incluido España, donde se autorizó su uso en 1978.

A lo largo de estos 50 años, no obstante, la píldora también ha ido sumando y evolucionando para aportar avance e innovación y, una vez asegurada la eficacia anticonceptiva, se orientó primero a la reducción de los efectos secundarios, y progresivamente después al aporte de beneficios no contraceptivos que mejoraran la salud y la calidad de vida de la mujer.

Según destaca el doctor Ezequiel Pérez Campos, presidente de la Fundación Española de Contracepción, "son muchos los beneficios no anticonceptivos de la píldoras reportados en la literatura científica". Entre todos, ha destacado el alivio de los síntomas premenstruales, la regulación del ciclo, la eliminación del dolor menstrual, o la mejora en el aspecto de la piel (acné) o el cabello.

Además, la progresiva reducción de la dosis hormonal, la síntesis de nuevos gestágenos cada vez más parecidos a la progesterona natural de la mujer, o los nuevos regímenes de toma y los ciclos adaptados al de la propia mujer, han sido las claves diferenciadoras de las nuevas píldoras y de este aporte de beneficios.

La última innovación en este sentido la aporta una nueva píldora que contiene un estrógeno que tras su absorción es idéntico al estrógeno natural de la mujer, según recuerda Bayer. Por ello, con un régimen de toma dinámico se ha convertido en la primera píldora anticonceptiva con indicación adicional para el tratamiento del sangrado menstrual abundante, uno de los motivos más comunes de visita al ginecólogo.

Además, apuntan que se trata de uno de los fármacos más estudiados y avalados por la experiencia de millones de usuarias en todo el mundo, pese a que desde sus inicios ha ido acompañado de muchas falsas creencias en torno a este método.