Vitoria. El presidente del Congreso, José Bono, aprovechó ayer su papel como maestro de ceremonias en el acto de homenaje a las víctimas del terrorismo que acogió la Cámara baja para arremeter de una forma poco velada contra las tesis que defiende su compañero Jesús Eguiguren, demostrando así el largo camino que aún tiene que recorrer su apuesta conciliadora con el mundo de Batasuna hasta que llegue a fructificar; tanto fuera, como incluso dentro de su partido.
Así, si los socialistas vascos tenían que escuchar el sábado cómo Alfonso Alonso golpeaba su línea de flotación criticando los "devaneos" de su socio preferente en materia antiterrorista y presentándose como única garantía de "firmeza" en la lucha antiterrorista, ayer eran víctimas también del fuego amigo, ya que Bono se sumó al ataque contra "los tibios" en otra intervención que demuestra que el veterano barón de la vieja guardia del PSOE amenaza con convertirse en uno de esos versos sueltos que se alejan de la disciplina de partido, sobre todo a medida que vislumbran el ocaso de su carrera política.
la unidad como doctrina La atmósfera de apoyo "sin fisuras" al dolor de las víctimas que reinaba en el acto de ayer, pronto se volvió a ver convertida en una defensa granítica de la mano dura y las recetas policiales como únicas vías aceptables para acabar con ETA, y en la consiguiente crítica frontal contra quienes se atrevan a proponer alternativas de futuro. A pesar de que lo hagan desde el propio partido. "No podemos permitirnos ni el más mínimo resquicio de duda". "En materia antiterrorista, todos a una. Sin excepción ideológica". Así comenzó Bono el dibujo de su doctrina, que terminó cerrando a cal y canto al asegurar que ante estas cuestiones "no caben los tibios" porque "la ambigüedad con el terror corrompe siempre".
Para el veterano socialista, ninguna situación coyuntural debe interferir en la estrategia a seguir, sea un escenario de tregua, sea un proceso de reflexión interna en el entorno de Batasuna que ayer mismo el propio Eguiguren seguía defendiendo como "irreversible". Y ante la posibilidad de que haya quienes no sigan su criterio, se animó a ir un paso más allá llegando a instar a la sociedad española a que castigue "severamente" a quien se distraiga en este camino.
"pisar la línea roja" No puede haber "ni un regate de más" en el plano político "ni un paso de menos" en el policial, aseguró, antes de invitar a que se amoneste "unánimemente a quien de nosotros se atreva a pisar la linea roja".
El lehendakari, Patxi López, seguía las palabras de su compañero de partido como testigo privilegiado de las andanadas que estaba recibiendo el presidente del PSE, como también lo fue de la frase con la que Bono rechazó que un pueblo pudiera considerarse "digno" mientras incluya en su seno "a esa maldita especie, a sus cómplices o a sus encubridores".
La respuesta era obligada y los periodistas le esperaron en los pasillos de la Cámara baja hambrientos por conocer su respuesta. "Línea roja siempre hay, por un lado y por otro, en la política y en la política antiterrorista, pero yo creo que ahora todo el mundo estamos dentro de la línea roja", se limitó a explicar López en un tímido intento de defender al que hasta su llegada a Ajuria Enea ha sido su jefe de filas. Después, poniendo tierra sobre la polémica sembrada por Bono, prefirió centrar su valoración del acto en el hecho de que todos los partidos y las instituciones se hayan "puesto de acuerdo" para celebrar este homenaje y poder de esta forma "visualizar lo que significa una víctima" y "trabajar juntos para acabar definitivamente con la violencia en España y, más específicamente, en el País Vasco".
Más allá de la zancadilla de Bono a las "reflexiones" del presidente de los socialistas vascos, las declaraciones del resto de los políticos volvieron a la normalidad y se centraron en lo que este acto significó de cara al colectivo de víctimas.
El propio Bono tuvo palabras de recuerdo para con las 1.382 personas que han perdido la vida a manos de "terroristas de todo signo" y mostró su "gratitud inmensa" por que no hayan optado prácticamente nunca por invocar la Ley del Talión y dar cauce al odio buscando devolver la moneda del dolor ojo por ojo.
Tras él intervino el Rey de España, quien situó como una "una prioridad insoslayable" acabar con el terrorismo utilizando "todos los instrumentos del Estado de Derecho", y señaló la unidad como "un deber frente a las víctimas".
Desde el principal partido de la oposición, Soraya Sáenz de Santamaría subrayó que el homenaje era "obligado y debido" porque los españoles y la democracia debían un reconocimiento a las víctimas del terrorismo y apuntó también que el reconocimiento social que se va abriendo paso hacia este colectivo es uno de los factores que está debilitando a ETA. De hecho, Sáenz de Santamaría presentó el homenaje como un "acto de unidad política" que debería conducir a reconocer el papel que las víctimas han desempeñado hasta ahora y que, según aseguró, tendrán en el futuro, así como la "deuda" que toda la sociedad tiene con ellos. "Representan esa fortaleza de la democracia y de la libertad y de la dignidad que tan importante es en la lucha contra el terrorismo", concluyó.
Entre los numerosos representantes de las demás fuerzas representadas en la Cámara baja que quisieron sumarse a este acto de reconocimiento destacó la presencia del portavoz del PNV en el Congreso, Josu Erkoreka, quien también prefirió centrarse en subrayar que el de ayer fue un acto que el Congreso "debía" a las víctimas y que "afortunadamente" ha sido posible gracias al consenso generado entre todas las fuerzas políticas. Así, elogiado el homenaje por ser un "reconocimiento y una puesta en valor" de lo que suponen las víctimas en el conjunto de la sociedad.
Concluido el acto, los diputados se citaron para el año que viene en la misma fecha con el objetivo de "compartir" su apoyo a este colectivo.