WASHINGTON. En un discurso a la nación desde el Despacho Oval, Obama optó por un "leitmotiv" bélico para describir lo que calificó como "el plan de batalla" contra el derrame: qué medidas se van a adoptar para compensar a los perjudicados y evitar que en el futuro se vuelva a repetir un incidente similar.

Apenas dos horas antes, su Gobierno había anunciado que el vertido derrama en las aguas del Golfo de México entre 35.000 y 60.000 barriles diarios de crudo (5,5 y 9,5 millones de litros), una cantidad muy superior a los 40.000 barriles que se calculaban hasta ahora.

El mandatario estadounidense aseguró que "en las próximas semanas" se podrá recuperar "el 90 por ciento" del crudo que mana del pozo de British Petroleum (BP) averiado.

Pero, advirtió, la situación es similar a "una epidemia" y -en una nueva alusión bélica- "la estaremos combatiendo durante años".

Su Gobierno, insistió, luchará "todo el tiempo que haga falta".

Según recordó, su Administración ya cuenta con 30.000 funcionarios sobre el terreno, miles de barcos y ha autorizado el despliegue de 17.000 soldados de la Guardia Nacional para hacer frente al "asedio" del derrame.

Aunque en ocasiones sonó como una auténtica arenga militar, Obama no llegó tan lejos como para calificar directamente a la compañía responsable del derrame, BP, como el "enemigo", pero sí dejó claro que la compañía es culpable de "irresponsabilidad" y tendrá que pagar en su totalidad los costes del vertido.

El miércoles, recordó, se reunirá en la Casa Blanca con el presidente de la empresa, Carl Henric Svanberg, un encuentro que tendrá lugar a las 10.15 hora local (14.15 GMT). En esa reunión le ordenará establecer un fondo de compensación para los individuos y negocios perjudicados por el derrame, que será administrado de manera independiente.

Por su parte, el Gobierno federal establecerá un plan a largo plazo para la recuperación del Golfo de México, un área que aún no había logrado recuperarse del paso del huracán "Katrina" en 2006.

El plan estará diseñado por los estados, comunidades locales y residentes del Golfo y a su cargo estará el secretario de la Marina, Ray Mabus, ex gobernador de Misisipi, uno de los estados más afectados por el vertido.

Pero, además, indicó el mandatario estadounidense, el país debe plantearse cómo evitar que se repita un incidente de esta magnitud.

Entre otras medidas, indicó, ha ordenado una moratoria de seis meses para nuevas perforaciones en aguas profundas y la creación de una comisión nacional que recomiende medidas adicionales de seguridad.

Obama también anunció el nombramiento del ex fiscal Michael Bromwich al frente de la agencia supervisora de las perforaciones, que deberá "establecer un organismo que actúe como supervisor de la industria petrolera, no como su amiguete".

El presidente aprovechó también para renovar su llamamiento en favor de una nueva ley de energía que fomente la inversión en nuevas tecnologías y fuentes alternativas.

Hasta ahora, recordó, la adopción de estas fuentes alternativas de energía se ha ido posponiendo y "las consecuencias de nuestra actividad están a la vista de todos... cuando miramos al golfo, vemos todo un estilo de vida amenazado por una nube amenazadora de alquitrán negro".

Con este discurso, la Casa Blanca esperaba persuadir a los ciudadanos estadounidenses de que el presidente es consciente de la gravedad de la situación y cuenta con un plan para solucionarla.

Un sondeo elaborado por la firma GfK indica que el 52 por ciento de los votantes desaprueba cómo Obama ha gestionado el problema.

El desastre comenzó a raíz de la explosión, y posterior hundimiento en el mar, de la plataforma petrolera "Deepwater Horizon", el pasado 20 de abril, en un incidente en el que murieron once trabajadores.