Esta campaña electoral a la que le quedan ya menos de 72 horas se venía desarrollando con extraordinario sosiego, eclipsada por el fallecimiento de Ardanza, la final de Copa y un clima general de ralentí en la escena política. Así, hemos asistido a una especie de duelo con florete cuando la política actual, en el Estado y más allá –qué decir de la precampaña en EEUU–, parece más bien moverse en parámetros de una refriega de orcos. La agenda de los partidos se ha centrado en las cosas del comer –Osakidetza, vivienda, industria, cuidados...–, en una campaña marcada por el relevo generacional de los candidatos y su condición de debutantes. Una placidez –el último EITB Focus ha apuntado que el sentimiento que más despiertan estas elecciones entre el electorado es de indiferencia (23,5%)– que contrasta, no ya con las formas de la política más allá de Euskadi, sino con unos sondeos que auguran una pugna más reñida que nunca para este domingo. Y con estos mimbres, con más de un 20% de indecisos, ayer se deslizó en campaña por primera vez el tema de ETA –veremos qué impacto real tiene en las urnas el tropiezo de EH Bildu–, horas antes del debate televisivo de candidatos al que llegó el aspirante del PNV tras sufrir horas antes un ataque con spray pimienta. Un martes de incidencias de distinto signo que quizá imprima un nuevo ritmo a la campaña. Veremos.