El dinero lo arregla todo, o al menos ese es el mensaje que se nos está haciendo llegar a la sociedad con el caso de Dani Alves. El proceso por el que está pasando el exfutbolista condenado por una agresión sexual está destapando varias de las lagunas del sistema judicial español, presentes también en casos menos mediáticos. El que fuera jugador del Barcelona y el Sevilla ha quedado esta semana en libertad provisional hasta que la sentencia sea firme, proceso que puede alargarse más de un año. Es indignante que Alves vaya a pasearse durante los próximos meses tranquilamente por España –si es que no le da por fugarse de alguna manera a Brasil–, pero lo peor de todo es que lo vaya a hacer tras pagar una fianza de un millón de euros. Es decir, sólo se tiene derecho a libertad provisional si se es rico o, por defecto, se cuenta con amigos millonarios. Un criminal en su misma situación, pero sin tanto dinero, seguiría a esta hora en la cárcel y además tendría una condena mayor al no haber pagado 150.000 euros por reparación de daños morales ni poder permitirse una defensa tan cara. A todos se nos vienen a la cabeza nombres de famosos cuyo paso por prisión ha sido fugaz pese a la gravedad de sus crímenes. Hasta que la justicia no sea ecuánime, no será justa.