El frío y la lluvia sucedieron ayer a una madrugada de nuevo cálida y mágica por la llegada de los Reyes de Oriente a los hogares alaveses. Melchor, Gaspar y Baltasar volvieron a llenar de ilusión las casas de miles de txikis y no tan txikis, poniendo el broche perfecto a las fiestas navideñas, y horas después llegó el momento de disfrutar de esos regalos... a cubierto, pues las gélidas temperaturas animaron a la mayoría a no salir a la calle.

Mientras tanto, el olor y el sabor del pastel típico de esta festividad, el roscón, se adueñaban de esos mismos hogares tras registrarse durante largas colas en las pastelerías y panaderías del territorio, especialmente en Gasteiz, para hacerse con él.

El roscón, en sus múltiples variedades, sigue encandilando a los alaveses. Céntricas localizaciones como la plaza Nueva de la capital fueron lo más parecido a un solar hasta primera hora de la tarde, cuando cuadrillas y familias se animaron a tomar el vermú o a salir a comer. Apenas hubo rastro de niños disfrutando de sus juguetes en la calle, como suele ser tradicional este día.

Sin embargo, las pastelerías y panaderías de la ciudad registraban mientras tanto un ingente volumen de clientes. Fue el caso de Txistu, en Judimendi, donde hubo personas esperando más de 40 minutos para hacerse con su roscón. La cola dio la vuelta a la manzana durante buena parte de la mañana. Afluencia importante también en Artepan o en López de Sosoaga, donde la fila asomaba por la puerta del establecimiento en la calle Diputación.

“Tenemos casi 600 roscos para la venta. Todos encargados, de clientas fieles, que siguen viniendo a Sosoaga cada año a por su rosco. También nos quedan algunos más libres de venta”, apuntaba en un pequeño receso Mónica Barrio, quien enumeraba algunas de los numerosas modalidades de roscón disponibles en esta pastelería. “Tenemos de bollo, de hojaldre, de trufa, para diabéticos... para satisfacer las necesidades y los gustos de todos los clientes”, enfatizaba a DNA esta profesional.