No solo se trata de estar sobre el escenario del Félix Petite. Quienes acudan este viernes al estreno de Lutinier van a poder moverse con libertad por el espacio. “Queremos que sean parte de los que estará pasando”, apunta Zuriñe Benavente. Tanto ella como Ignacio Monterrubio conforman el camino de Altraste Danza, compañía alavesa que celebra ahora su décimo aniversario. No lo hacen solos, eso sí.

Un momento de ‘Lutinier’ Jesús Robisco

Si en su anterior producción, Nancy en Vietnam, ya sumaron al actor Txubio Fernández de Jauregui a su senda, ahora cuentan con más presencias, como pasa con Nicolás Sánchez, Nelson Martínez y Magdalena Otti. Todos ellos se encuentran con el público en el centro cívico Ibaiondo a partir de las 19.30 horas.

Lo hacen para compartir una propuesta “artesanal” que plantea al público diversas cuestiones sobre las que reflexionar como esa idea del constante volver a empezar al que se enfrenta el ser humano dentro de una vida en la que siempre hay cambios, sean grandes o pequeños. Desde ese punto de partida, se habla del miedo al olvido, de la comunicación y la convivencia, de habitar los lugares, los grupos y los momentos, de la transformación constante.

Un momento de ‘Lutinier’ Jesús Robisco

Distintas disciplinas

Se hace así sobre las tablas del Félix Petite, aunque es una pieza que “podría hacerse en cualquier lugar”, aunque no tenga nada que ver con la escena. Además, no se usa solo el lenguaje de la danza. Al contrario. 

La manipulación de objetos, el trabajo con la palabra, el dibujo... Todo se va entremezclando, también porque aunque la producción tiene una estructura, dentro de esta misma ya se contemplan amplios espacios para la improvisación.

Un momento de ‘Lutinier’ Jesús Robisco

De ahí también esa libertad que se da al público para poder ir más allá de ese papel habitual que le toca al espectador, sentado y quieto en la butaca frente a la escena. Al fin y al cabo, esta pieza responde a la naturaleza de su nacimiento, a dos laboratorios llevados a cabo en los dos últimos años y en los que se ha trabajado desde lo colectivo y desde la investigación.

“Sabemos que es una obra singular, una experiencia poco habitual aquí”, apunta Benavente. Ahí está también otro aliciente para compartir un montaje que reúne a artistas de diferentes países y procedencias.