El Baskonia lleva jugando con fuego durante excesivas meses en las competiciones domésticas y, por desgracia, ya está a punto de quemarse.

En febrero se quedó fuera por tercera vez en el último lustro de la Copa del Rey y, salvo milagro, esta temporada también quedará apeado por primera vez de la pelea por el título desde la creación de la ACB. Un naufragio en toda regla que ni el más pesimista de los seguidores azulgranas podía vaticinar cuando echó a rodar la temporada.

Incluso cabe la opción que este mismo viernes esté ya de vacaciones si pierde en el Buesa Arena ante el Murcia de Sito Alonso y el Manresa, como así parece, se impone un día antes en el Nou Congost a un Bilbao Basket que tan solo se juega la honrilla.

Tras la debacle ante el Girona, las cábalas del Baskonia para agarrar la octava plaza y disputar el play off por el título son claras: ganar los dos partidos ante el citado Murcia y el Real Madrid en el WiZink Center –puede que los blancos se estén jugando ese día el liderato de la fase regular en dura pugna con el Unicaja– y que el Manresa hinque la rodilla en la última jornada en su visita al Santiago Martín ante el Lenovo Tenerife. Muy difícil, aunque no imposible.

37 puntos encajados en el cuarto inicial

Visto lo visto, es decir la triste forma en la que el Baskonia dilapidó sus opciones ante los gerundenses, el drama ya se cierne alrededor de un grupo con las baterías completamente agotadas.

La estampa de Codi Miller-McIntyre abatido en el banquillo y con la toalla tapándose su maltrecho hombro derecho es sintomática del estado de ánimo de un equipo que se ha visto sostenido por muy pocos efectivos durante todos estos meses y cuya impotencia ante un modesto como el Girona, siempre por delante en el marcador del Buesa Arena, fue especialmente sangrante.

Porque otro errático primer cuarto donde los de Katsikaris camparon a sus anchas en la pelea por el rebote y anotaron 37 puntos terminó siendo la tumba del Baskonia. Con más corazón que cabeza, siempre a base de fogonazos individuales liderados por el de casi siempre (Howard) y no de un baloncesto cerebral, el equipo vitoriano fue en todo momento a remolque del Bàsquet Girona.

Exceso de ansiedad y, a la hora de la verdad, escasas respuestas desde la cancha y también el banquillo, donde Ivanovic ha puesto la cruz a varios jugadores desde su llegada y se rodeará hasta el último día de una escuálida guardia pretoriana incapaz de sostener por sí sola un edificio con enormes grietas.

Ya sea el 10 o el 12 de mayo, puede estar de vacaciones un Baskonia a las puertas de uno de los veranos más agitados que se recuerdan. Los cambios se intuyen numerosos a la hora de armar un proyecto sólido que arranque la próxima temporada con más garantías de éxito.