El Deportivo Alavés necesitaba una actuación como la de este domingo para olvidar los sinsabores de las últimas jornadas. Si bien el mero hecho de ganar al Atlético de Madrid, con goles de Carlos Benavídez y Luis Rioja, ya fue un importante golpe sobre la mesa para la permanencia, la manera en la que compitieron los babazorros, más peleones que nunca, apagó cualquiera alarma que pudiera haberse encendido durante la mala racha.

En esta ocasión, Luis García Plaza optó por hacer una pequeña revolución en el once, fundamentada por el cambio de dibujo a un 5-3-2. Antonio Sivera ocupó la portería; Nahuel Tenaglia, Abdel Abqar y Rafa Marín arrancaron en el centro de la zaga con Andoni Gorosabel y Javi López como carrileros; Benavídez, Antonio Blanco y Jon Guridi integraron la medular; y Giuliano Simeone y Kike García formaron pareja ofensiva. 

Los primeros compases del encuentro fueron muy intensos. Tanto el Alavés como el Atlético quisieron dejar clara su intención de dar el máximo por cada balón y la única diferencia fue que Gil Manzano, colegiado principal, decidió castigar más a los locales. Guridi y Javi López vieron la cartulina amarilla en dos disputas sin peligro cuando apenas habían transcurrido seis minutos, lo cual enfadó sobremanera a Mendizorroza. 

Afortunadamente, la frustración de las gradas por la actuación arbitral no tardó demasiado en convertirse en euforia. Sobre el cuarto de hora de partido, el Atlético no despejó bien un centro de Javi López que se disponía a empujar Guridi y, en el borde del área, apareció Benavídez para superar a Jan Oblak por medio de un disparo colocado (1-0). Tal jolgorio, además, pudo ser mayor, pues Giuliano tuvo el segundo tanto poco después.

Ya por delante en el electrónico, lo cierto es que el Alavés jugó muy bien sus cartas. La línea de tres centrales, junto con los apoyos del resto de compañeros, desconectó por completo a la parcela ofensiva colchonera -Sivera solo tuvo que intervenir una vez-, y el equipo fluyó igual de bien en ataque. A todos se les vio muchos más frescos y atrevidos, como si lo ocurrido ante el Granada en Los Cármenes hubiera sido un punto de inflexión.

El gran protagonista del primer tiempo, que terminó con Gil Manzano anulando un penalti que él mismo había señalado por una mano de Koke, fue Giuliano. Aunque desperdició una ocasión clara de gol, su pelea constante y sus carreras al espacio dieron mucho al Glorioso. Por fin pudo verse a ese futbolista incansable que enamoró a Luis García la temporada pasada y por el que tanto apostó el club gasteiztarra el último verano. 

SEGUNDO TIEMPO

Tras el paso por los vestuarios; el Atlético, obligado a reaccionar, dio un paso al frente con el balón y eso le permitió merodear con mayor continuidad el área babazorra. Los acercamientos más peligrosos, eso sí, siguieron siendo del Alavés, quien no dudó en salir al contragolpe. Kike, en concreto, fue quien pudo probar un par de veces a Oblak, pero sus intentos no fueron lo suficientemente buenos como para ponerle en apuros.

Los cambios del Cholo, sin embargo, dieron otro aire a los colchoneros, cada vez más cerca del empate, y dicha tendencia obligó también a Luis García a agitar su árbol. Primero saltó al césped Ander Guevara (Guridi) y a este le siguieron no mucho más tarde Carlos Vicente (Giuliano), Joaquín Panichelli (Kike) y Rioja (Gorosabel). La ovación que dio Mendizorroza a todos ellos fue, por cierto, de categoría.

Hubo que sufrir en la recta final de la contienda, ya que el Atlético no dio su brazo a torcer, pero el buen trabajo defensivo y las paradas de Sivera -a Samu Lino y Ángel Correa, principalmente- hicieron posible que los tres puntos se quedaran en Vitoria-Gasteiz. Además, por si la fiesta no fuera a ser ya importante, Rioja apareció en la prolongación para, con una volea escandalosa, marcar el definitivo 2-0 en el Paseo de Cervantes.