La lucha no se negocia en Mendizorroza. El Deportivo Alavés derrotó al Atlético de Madrid siendo fiel a los principios que le han llevado a mantenerse durante todo el campeonato sin excesivos apuros clasificatorios. El equipo de Luis García sumó tres puntos de oro gracias a su notable toma de decisiones en ataque y, sobre todo, mostrando un derroche físico mayúsculo en todos los metros del terreno de juego. 

El Deportivo Alavés arrancó enérgico el encuentro. Sin complejos y con un punto más de agresividad que se evidenció en el ímpetu en las disputas individuales. La apatía de Los Cármenes se transformó ayer en un Glorioso reconocible y que luchó por cada balón como si fuera el último. 

La revolución en el once de Luis García y su apuesta por un cambio de sistema dio sus frutos. El equipo vitoriano sostuvo a su rival de manera notable gracias a su defensa y también tuvo mucha presencia en ataque con la titularidad de Kike García y Giuliano Simeone, a quienes se les sumaron tanto Javi López como Gorosabel en los dos costados.

El choque frente al Atlético de Madrid demandaba músculo en la sala de máquinas. Y el encargado de dirigir el juego babazorro y elevar el tono físico no fue otro que Carlos Benavídez. El charrúa es un hombre de plena confianza para Luis García en encuentros de esta índole y, además, abrió la lata tras ejecutar con suma precisión un disparo desde la frontal.

El Alavés llegó al descanso con la sensación de haber firmado una de las mejores primeras partes en Mendizorroza y de haber recuperado su mordiente después de tres encuentros más bien grises. Los de Luis García generaron las ocasiones más claras y también hubo un evidente ambiente de crispación en la grada debido a la disparidad en el trato y las amonestaciones para ambos contendientes por parte de Gil Manzano. 

Eso sí, el paso por los vestuarios redujo las revoluciones mostradas por el Alavés durante el primer tiempo. Antes del tanto definitivo, el Alavés aguantó las oleadas del Atlético recuperando su fiabilidad bajo los palos y desenvolviéndose con maestría en un fútbol más terrenal. Antonio Sivera volvió a protagonizar intervenciones salvadoras y la línea defensiva se dejó el alma a través de los férreos marcajes y las constantes ayudas ante los desmarques del conjunto madrileño.

El equipo vitoriano, durante el segundo tiempo, cedió el balón a su rival y se ciñó a realizar contragolpes a máxima velocidad tras recuperar la posesión. Y el plan funcionó. Kike García y Giuliano, dos ejemplos del carácter y la garra albiazul, tuvieron en sus botas la posibilidad de aumentar la renta antes de la entrada de refresco de Rioja en el tiempo añadido. 

El Alavés, muy maduro ante el Atlético, se guardó su ‘puntilla’ para el epílogo. El Glorioso voló al contragolpe en el tiempo añadido y Luis Rioja cerró el partido con una volea imparable a la escuadra. Un golazo que provocó el estallido de júbilo en el recinto del Paseo de Cervantes y que certificó, a la postre, tres puntos de un valor mayúsculo.

Se hizo interminable el último cuarto de hora, pero ahí apareció Luis Rioja, como revulsivo, para sellar los tres puntos tras un discreto mes. Mendizorroza disfrutó, por fin, de una victoria que deja tierra de por medio con la zona roja de la clasificación. Así pues, las más de 18.000 almas congregadas ayer en Mendizorroza volvieron a vibrar con su equipo tras una auténtica oda a la resiliencia frente a un Atlético desquiciado en Vitoria y el Alavés dio un paso de gigante por la salvación. Un desenlace de fábula.