- Tenía yo perdida la pista al enorme vividor que atiende por Ignacio Camuñas. Como me recuerda un amigo, en sus tiempos de poder posfranquista era conocido como Nacho de Noche porque no se perdía una calaverada bien surtida de sustancias elevadoras del espíritu. La penúltima vez que supe de él fue cuando participó en la fundación de Vox. La última, cuando dimitió como vicepresidente de los abascálidos acusándoles de ser una panda de hienas hambrientas que luchaban por pillar cacho. Con esos antecedentes, ya imaginarán lo poco que me sorprendió ver al fulano ante el silente y sonriente Pablo Casado justificando el glorioso alzamiento nacional. “Si hay un responsable de la Guerra Civil directamente es el Gobierno de la República”, farfulló el que todavía es citado como uno de los padres de la sacrosanta Transición española. Aparte de por la pasividad cómplice del presidente del PP, el episodio merece atención por el momento en el que se produjo: apenas doce horas antes de que el Gobierno de Sánchez aprobara el anteproyecto de Ley de la Memoria Democrática.

- Así que el casposo Camuñas ejerció como telonero perfecto de la Ley y como respuesta a cualquiera que pudiera estar preguntándose si hacía falta algo así. Evidentemente, sí. El exministro de Suárez es el perfecto representante de una corriente de groseros reescribidores de la Historia que crece de día en día. Quién nos iba a decir que cuando apenas deberían ser un residuo del jurásico se iban a sentir tan cómodos y sus garruladas nostálgicas tendrían tanto predicamento. Cederles el espacio puede tener consecuencias demoledoras, así que sí, es muy necesario un texto legal para no perder también la guerra del relato. La gran duda que me invade es si el instrumento adecuado es en concreto lo que ayer nos presentó el nuevo sherpa argumental de Sánchez, Roberto Bolaño.

- Siento escribir que tiendo a pensar que estamos ante una nueva versión de la Ley de La Memoria Histórica de Zapatero. Seguro que hay buenas intenciones de fondo, pero el cante a propaganda y a mucho ruido y pocas nueces es clamoroso. Escribo esto desde una tierra, Euskal Herria, donde llevamos esta asignatura bastante trabajada gracias al empuje ciudadano y la comprensión y el esfuerzo (más en la CAV que en Nafarroa por razones obvias) de las instituciones. Hay tiempo para la mejora en el trámite parlamentario, pero soy muy escéptico. Eso, sin contar con una Justicia que va a jugar a la contra sin disimulo desde el minuto uno. Ojalá tenga que reconocer mi error.