Puede que seas tú mismo o quizás alguien de tu entorno quien tenga la fea costumbre de morderse las uñas. Se trata de un hábito tan antiestético como común que afecta a alrededor de un 30% de la población. Es más habitual en niños y en adolescentes y tiende a desaparecer en la edad adulta.

Este hábito compulsivo y adictivo se llama onicofagia, palabra que viene del griego onyx (uña) y phagein (comer). Es importante controlarlo cuanto antes ya que no se trata solo de un problema estético sino también higiénico.

Los gérmenes que se ocultan bajo las uñas pasan a la boca pudiendo provocar herpes y viceversa, llevando la infección a dedos, boca, dientes y sistema digestivo.

También se pueden producir daños en la sustancia adamantina frontal de los dientes, lo que puede acarrear problemas de caries, en el esmalte o alterar la colocación de los dientes.

En cuanto a la piel, puede causar deformaciones de la cutícula, infecciones, verrugas y todo tipo de alteraciones relacionadas con la dermis así como, en casos muy extremos, la pérdida de la uña.

Los científicos no tienen claras las causas de este hábito automático y barajan distintas razones. Aquí recogemos ocho posibles causas:

1- Estrés. Algunos investigadores afirman que el hecho de mordernos las uñas puede estar asociado a problemas conductuales asociados a situaciones de estrés o ansiedad. En este caso, no sería un problema en sí mismo, sino un síntoma de otro problema que habría que resolver.

2- Perfeccionismo. Las personas más exigentes y, por tanto, más sensibles al fracaso, suelen morderse las uñas para descargar su frustración.

3- Aburrimiento o frustración. Las personas que están aburridas o frustradas se muerden más las uñas.

4- Timidez o baja autoestima. Las situaciones de frustración y de rabia pueden ayudar a la aparición de la onicofagia.

5- Miedo. Morderse las uñas tiene un efecto calmante para las personas que lo hacen. En experiencias previas, aprendieron que hacerlo les ayudaba a 'gestionar' este tipo de situaciones.

6- Trastornos psicológicos. Algunos psicoanalistas defienden que este comportamiento podría tener su origen en un trauma o carencia durante el periodo de lactancia o incluso el exceso o la falta de comida durante las primeras etapas de la infancia. Otros expertos lo relacionan con trastornos de déficit de atención o con otros trastornos de la conducta.

7- Causas genéticas. Las probabilidades de morderse las uñas aumentan si algún familiar ya lo hacía. Algunos expertos lo atribuyen tanto a haber sido testigos de ese hábito como a raíces genéticas.

8- Edad. Cuanto más joven, más posibilidades existen de que se muerdan las uñas. Lo hacen casi la mitad de los adolescentes. Los niños son muy impulsivos y se dejan llevar por sus apetencias sin combatirlas demasiado, lo que hará un poco más complicado solucionar el problema.

Métodos para corregir este mal hábito

Para eliminar este hábito hay distintos métodos. En los casos más difíciles la terapia psicológica ayudará al paciente a modificar esta conducta por otra menos dañina que le ayude a controlar su ansiedad. Conocer las causas del problema permitirá atajarlo.

Es importante reducir la activación emocional a través de técnicas de relajación, aprender a entender y gestionar las emociones y crear hábitos más saludables para la persona, en decir, ir eliminando la conducta automática de morderse las uñas.

Otros métodos que pueden ofrecer buenos resultados son: mantener las uñas cortas, masticar chicle, pintarse las uñas con un esmalte transparente especial que tenga un sabor desagradable o, en el caso de las mujeres, optar por colocar unas uñas de porcelana o de gel difíciles de morder y debajo de las cuales crecen nuestras uñas naturales.