Las viñas y la uva son especialmente susceptible a los cambios, por mínimos que sean, de la temperatura. Por eso el cambio climático puede afectar en las cosechas venideras a su calidad y, consecuentemente, a la de los vinos.

El suelo sobre el que crecen las vides también es especialmente sensible a los efectos del calentamiento global y por ello el empobrecimiento de los suelos de cultivo supone otro de los mayores retos a que se debe enfrentar el vino en nuestro país. Ante este desafío, instituciones públicas y bodegas han reforzado su compromiso por mantener la calidad de los vinos ante los efectos devastadores del cambio climático.

En este ámbito trabaja Vitisad, un proyecto de cooperación transfronteriza franco-española financiado con fondos europeos, tiene como fin desarrollar y estudiar prácticas agronómicas que permitan mantener la calidad de los vinos en condiciones de cambio climático; así como evitar los riesgos medioambientales que provocarían estas futuras condiciones climáticas.

Los socios de este ambicioso proyecto son la Dirección General de Agricultura y Ganadería del Gobierno de la Rioja, como integrante del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV); el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, Neiker, que actúa como coordinador; la Dirección General de Desarrollo Rural del Gobierno de Navarra; la Cámara de Agricultura de los Pirineos Atlánticos y el Instituto Francés de la Viña y el Vino (IFV). Además de los ensayos agronómicos clásicos, el proyecto se desarrolla con la colaboración de parcelas piloto de las bodegas riojanas Vivanco, Solar de Samaniego, Ontañón, Bilbaínas, La Rioja Alta y Campo Viejo Pernod Ricard.

Los investigadores y técnicos de las bodegas participantes en Vitisad han detallado los progresos obtenidos en este proyecto, integrado por cinco socios dedicados a la investigación vitivinícola del suroeste de Europa, según señala el Gobierno riojano en un comunicado, organizador de una jornada técnica denominada "Viticultura ante el cambio climático" para analizar las actuales estrategias e indicadores de sostenibilidad en el cultivo de la vid.

El calentamiento ya está afectando a las vides

El coordinador del proyecto e investigador del ICVV, Sergio Ibáñez, ha detallado que desde La Rioja se ha liderado la experimentación en las prácticas de eficiencia en la utilización del agua de riego, para lo que se han utilizado diferentes técnicas y se han asociado al empleo de cubierta vegetal y al establecimiento de cubiertas vegetales como sistema de mantenimiento del suelo para combatir la erosión, mejorar la calidad del suelo y equilibrar la componente vegetativa y productiva de la cepa.

El jefe del Servicio de Investigación Agraria y Sanidad Vegetal del Gobierno de La Rioja y vicedirector del ICVV, Enrique García-Escudero, subraya "la importancia de transferir el conocimiento al sector" para establecer estrategias y políticas de gestión frente al cambio climático.

El profesor de Viticultura y responsable del Grupo de Investigación de Viticultura de la Universidad Politécnica de Madrid, José Ramón Lissarrague, defiendo que "la viticultura sostenible supone equilibrar la viabilidad económica, la equidad social y el buen estado del medio ambiente". Ha precisado que la viticultura sostenible persigue el diseño y plantación de viñedos; aplicar técnicas de cultivo ambiental y económicamente adecuadas, que produzcan uvas que alcancen potenciales enológicos y rendimientos adecuados para conseguir viñedos viables y minimizar los impactos en el medio ambiente, por lo que "las iniciativas sostenibles requieren de planificación y evaluación".

Por su parte, el investigador en Viticultura del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León, Jesús Yuste, señala que "las tendencias de calentamiento ya se plasman en el adelanto fenológico, que se cifra entre 5 y 10 días por cada aumento de grado". Ello supondría, en un término medio, que el ciclo de la vid puede estar adelantado en 17 días, lo que significa "un cambio enorme en cuanto a condiciones de maduración de la uva", según Yuste, quien menciona, entre las estrategias de adaptación del cultivo de la vid ante el cambio climático, reducir los excesos térmicos en hojas y racimos y evitar el déficit hídrico que resulte inadecuado o excesivo.