El milenario utensilio para beber agua fresca e icono de varias civilizaciones vuelve a estar de moda.
Haciendo sombra a botellas y cantimploras, el botijo llega pisando fuerte.
La pieza de alfarería, de origen mesopotamio, se ha convertido en uno de los ‘complementos’ imprescindibles para este verano.
Fresca compañía
Este curioso depósito nació hace más de 5.000 años y se extendió paulatinamente por múltiples culturas y tradiciones.
De naturaleza ecológica, pues no utiliza plásticos ni materiales contaminantes. Además, su fabricación artesana hace de esta pieza algo único.
Su condición de arcilla porosa nos ofrece una fresca compañía, ya, que, este objeto responde a una fórmula matemática que encierra un secreto climático.
Su asombrosa capacidad de bajarla temperatura entre ocho y diez grados, consigue mezclar sabiduría popular con ingeniería de vanguardia.
Actualmente, podemos encontrar estos artilugios también en la web, además de en tienda física, y los hay de todo tipo de colores y estilos.
Además, su precio es económico y con ello contribuimos al fomento de lo tradicional, sin perder estilo.
Lo tradicional adaptado al siglo XXI
El botijo ha pasado por muchas manos, y eso ha contribuido a su continuo proceso de revisión y rediseño.
Aunque sin olvidar los más arcaicos, como ‘El Beniaján’ en Murcia, varios diseñadores han apostado por la novedad e innovación a lo largo de estos últimos años.
Un claro ejemplo es el botijo de ‘La Siesta’, una de las primeras firmas de Alberto Martínez, en 2002.
Otras piezas premiadas como la de Mariana de Lerma o Mónica Thurne, fueron premiadas en el Salón de Milán.
Entre las más actuales, arrasan las piezas de Iuka, aunque solamente de venta online, o la firma valenciana de Sklum, bajo el lema de artesanía con mucha ciencia.
Como claro ejemplo de eficiencia y ecologismo, el botijo llega al 2021 como el recipiente top en tiendas y establecimientos.