Las sandías sin semillas cada vez están más presentes en los supermercados. Desde hace aproximadamente cuatro años, se han convertido en el gran éxito del verano. A todo esto, hay personas que al ver esta inusual forma de la fruta, pueden llegar a pensar que son dañinas para la salud.
Pero esta novedad no fue inventada hace poco tiempo. Se conoce que este “invento” fue creado en Japón en 1939. Su gran acogida por los compradores se debe a que es más cómoda de comer, sobre todo para los más pequeños de la casa y para los ancianos.
La comodidad no es el único factor que tienen en cuenta los compradores, sino también que disminuye el riesgo de ahogamiento que pueden llegar a causar las pequeñas semillas negras de una sandía común.
¿Es una fruta transgénica?
Este tipo de sandía sigue un proceso de hibridación, es decir no estamos frente a un alimento transgénico.
Este proceso consiste en cruzar dos plantas cuyos cromosomas no son compatibles. Según explica un tecnólogo de alimentos, en el caso de las sandías sin semillas se cruza el polen masculino de una que sea diploide con la flor femenina de una tetraploide.
Como resultado de este proceso se obtiene una sandía triploide. Este tipo no es capaz de generar semillas maduras. En otras palabras, es un fruta esteril.
A pesar de la ausencia de semillas, no es señal que indique que es un alimento poco sano. Según el experto, es una variedad que incluso representa más seguridad a la hora de ingerir dicho alimento.
El pensamiento colectivo de que las sandías sin semillas no son naturales es bastante erróneo. De acuerdo al tecnólogo, casi todos los alimentos que cultiva el hombre tienen un grado de intervención. Y añade que “natural, natural sería una fruta silvestre y la sandía que lo es, es mucho más pequeña que las que vemos en la frutería”.
A modo de recordatorio, las sandías que conocemos llenas de semillas negras no van a desaparecer ni mucho menos. Son tan necesarias y nutritivas como la variación sin semillas.