madrid - La música, el doblaje y la interpretación se unieron para hacer desistir a Loreto Mauleón de ejercer como ingeniera de Obras Públicas. Lleva más de diez años en la profesión y se siente satisfecha de los resultados, aunque reconoce que se mueve en un territorio difícil y que no ofrece una estabilidad constante, pero le puede la pasión por dar vida un personaje. Está encantada de regresar de Cuba, el lugar donde los guionistas de la serie habían mandado a María y Gonzalo, e instalarse de nuevo en Puente Viejo. Su vuelta tiene algún que otro secreto: ¿quién incendió la casa de Cuba? y ¿dónde están sus padres que no dan señales de vida? Las respuestas empezarán a vislumbrarse en otoño.

¿Vuelve para quedarse?

-Sí. Ha decidido que viene a Puente Viejo para quedarse. Vuelve porque se incendia su casa de Cuba o la incendia alguien; quiere vengarse y saber qué ha pasado. No sabe nada de sus padres, han dejado de escribir, se habían ido a París y se teme que los hayan secuestrado. Este el resumen de la vuelta de María.

¡Vaya regreso!

-Sí, María parece que no puede ser feliz ni estar contenta, vuelve destrozada y con muchas ganas de saber qué ha pasado y quién le está destrozando de nuevo la vida.

Ha vuelto a Puente Viejo otro personaje que siente cierto odio hacia María, Fernando.

-Tanto como odiar a María no lo sé. Sigue enganchado y obsesionado con mi personaje, fue muy perverso con ella y a María no le va a hacer ninguna gracia tener que enfrentarse a él.

¿Qué ha hecho en todo el tiempo que no se le ha visto por Puente Viejo?

-Cuando dejé la serie, lo primero que hice fue La viuda alegre, una función de opereta que me encantó y que fue un éxito. Después hice Aitaren etxea y Lo que escondían sus ojos, yo hacía de mujer de Suñer. He estado también dos años en la Compañía Nacional de Teatro Clásico y lo último que he grabado para televisión es Los nuestros, aún no se ha emitido.

No ha parado.

-Es verdad, he hecho un poco de todo y he tenido mucha suerte porque la cosa no está nada fácil.

¿No le ha dado o le puede dar por retomar la ingeniería?

-Me temo que no. Lo tengo ahí, es una buena base de conocimiento, no me arrepiento nada haber hecho una ingeniería en obras públicas, ahora creo que se llama ingeniería civil.

Se considera una de las especialidades más exigentes a la hora cursar la carrera.

-Nada que ver con esto que estoy haciendo ahora. ¿Sabes para que me está sirviendo la ingeniería? Para la disciplina, hace que sepas estudiar, que te pongas las pilas? Todo sirve en esta vida.

¿Algún día soñó con ejercer como ingeniera?

-Quizá cuando empecé, pero muy al principio. Nada más entrar en la universidad me empecé a meter en el mundo del doblaje y a hacer cursos de interpretación. Durante el primer año hice mi primera película, La máquina de pintar nubes, y vi que aquello a mí me gustaba demasiado. Mi reto fue seguir en la carrera, aprobarla, pero trabajando en el cine y en la tele.

¿No pensó en hacer Arte Dramático?

-Sí que lo pensé, incluso estando en la carrera, pero tuve la suerte de entrar en Goenkale, que fue una escuela maravillosa para mí, estuve cuatro años trabajando en esta serie. Mi escuela fue Goenkale. Después complementé esta experiencia con diferentes cursos. Ha sido una manera diferente de llegar a la profesión, he ido por otro camino y aquí estoy.

¿No opinaron en su casa que era una locura hacer una ingeniería para luego dedicarse a la interpretación?

-En mi casa he estado siempre muy bien, me han apoyado mucho desde el principio, nunca he tenido un pero. Siempre tuve claro que iba a terminar la carrera y a hacer todo lo que pudiera, pero el apoyo que tuve de los míos fue muy importante para seguir adelante con lo que a mí más me gustaba.

¿Cuándo van a salir en pantalla usted y Gonzalo?

-No se sabe muy bien la fecha, supongo que será en septiembre u octubre. Yo ya he empezado a grabar.

Va a terminar el verano trabajando.

-Sí, a la calor, he llegado de Donostia que se estaba muy bien en temperatura. En Euskadi ha hecho calor, no digo que no, pero nada comparado con el que he sentido en Madrid. Pero trabajo es trabajo y estoy muy contenta, te pones el aire o el ventilador y lo soportas.

¿Cuántos años lleva trabajando?

-Más de diez, hace dos semanas cumplí los 30 y yo comencé con 19.

¿Cómo va a ser María, un personaje bueno o malo en esta nueva etapa?

-Es inevitable que sea buena, le puede su bondad. Volverá distinta, antes era mucho más ingenua y más niña; vuelve con resentimiento y adulta, pero María es una mujer buena, me extrañaría mucho que se hiciera mala.

¿Le gustaría que su personaje fuera un poco malvado?

-No te digo que no me gustaría, es un reto y me encantaría que lo fuese, pero tengo que decir, que me siento a gusto en la piel de María.

¿Le atraen los personajes de villana?

-Me gusta todo, por suerte he tenido la oportunidad de hacer diferentes cosas, pero a María le tengo mucho cariño, la quiero como es.

¿Se ve en el futuro viviendo solo como actriz?

-Esa pregunta es mejor ni hacérsela, esto es cuestión de suerte, de muchas cosas, yo seguiré intentando trabajar duro, aprovechar las oportunidades y ya está y ojalá pueda vivir de esto durante muchos años; de momento, lo estoy consiguiendo y me doy por satisfecha.

¿Vive bien en Madrid?

-No es comparable con vivir en Donostia, en Euskadi, pero ni para bien ni para mal; son ambientes muy diferentes, yo me adapto muy bien a los lugares y es una cuestión de trabajo, yo estaré allí donde esté mi trabajo.

Se va a especializar en mujeres de época.

-Es verdad, porque Aitaren etxea me situaba en 1955. Me gustan estos personajes y, aunque son los dos de época, son muy diferentes entre sí. A mí me gusta muchos meterme en la piel de diferentes mujeres, que los personajes que me den se diferencien unos de otros. Es un placer poder llevar una vida con tantos matices.