“La UE no espera un cambio radical de su relación con EEUU, pero tiene claro que las cosas ya no van a ser como antes”
La corresponsal de EITB en Bruselas acaba de recibir el el X Premio de Periodismo de EuroBasque de manos de la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria
Gasteiz - Esta periodista vasca (Donostia, 1971) ha logrado el galardón por su artículo Europa, lehen ehun egunen ezinegona, (Europa, la inquietud de los cien primeros días), convocado por el Consejo Vasco del Movimiento Europeo. Se publicó en el libro Trump Amesgaizto Amerikarra (Trump, la pesadilla americana), editado por Berria, Elkar y Jakin en 2017. Ha trabajado veinte años como corresponsal de la radiotelevisión vasca, ahora en Bruselas y antes en Nueva York y Moscú. Dice el tango que “veinte años no es nada” pero en ese tiempo ella ha visto cambiar el mundo a toda velocidad desde tres atalayas privilegiadas.
¿Cuál fue su evaluación de los cien días de Trump respecto a la UE?
-La conclusión es que iba a ser imprevisible y que era muy pronto para saber si el nuevo presidente iba a provocar un cambio radical en las relaciones transatlánticas. Conté cómo se recogió en la UE su elección y la anécdota de que al día siguiente de la victoria, la primera llamada de la Casa Blanca a las instituciones de Bruselas fue para preguntar cuál iba a ser el siguiente país en irse.
¡Vaya toma de contacto!
-En Bruselas estaban realmente asustados. También recojo lo que decía Trump sobre la UE y cada uno de sus países cuando era candidato y viceversa, lo que dijeron aquí de él y de los miembros de su gabinete en los primeros meses de Gobierno. En Bruselas pude estar en primera fila cuando vino el secretario de Estado Tillerson, también el secretario de Defensa Mattis en su primer viaje a la OTAN, el vicepresidente Pence y el propio Trump para la cumbre de la Alianza. La Casa Blanca quería tranquilizar a Europa. También hago un repaso por algunos países y por la relación económica y cómo él ya adelantó que iba a imponer una tarifa del 20% a algunos productos europeos e incluyo el cálculo del Deustsche Bank y de otras instituciones de cómo afectaría a la economía comunitaria. También recuerdo que en el Este de Europa hay países como la República Checa y Hungría en los que Trump tiene amigos.
¿No es extraño que los dirigentes de la UE que mejor relación tienen con él sean los del antiguo bloque comunista?
-Mucho. Hungría siempre ha sido un caso sui generis y la República Checa también tiene un presidente euroescéptico e islamófobo, Milos Zeman, que fue el primer líder europeo que recibió una invitación para viajar a Washington. Dijo que si él fuera estadounidense, habría votado por Trump. Polonia, por ejemplo, tiene tanto miedo a Rusia que su mayor preocupación era saber si la Casa Blanca iba a tener una actitud amistosa con el Kremlin. Todo lo que se ha sabido de la trama rusa para perjudicar a Hillary Clinton le ha atado las manos y ha tranquilizado a los polacos. Y no sólo a ellos. Los países bálticos también estaban muy preocupados.
Tras el desmarque climático, ¿la ruptura del pacto con Irán es el desacuerdo más grave entre EEUU y la UE en estos 500 días?
-Por supuesto, Bruselas ha destacado siempre que el acuerdo nuclear con Irán fue unos de los éxitos de la diplomacia comunitaria. Lo empezaron a fraguar Alemania, Francia y Reino Unido con la alta representante de la diplomacia europea Catherine Ashton y luego se unieron los demás países y la ONU. A pesar de todos los esfuerzos diplomáticos no se ha conseguido que EEUU se quede. Ademas de aislarse de lo que opina la mayoría, Trump ha tomado la decisión con mas impacto a nivel internacional hasta la fecha. Las consecuencias en Oriente Medio y Corea del Norte están por ver.
¿La UE será capaz de moderar a Irán y de convencerle de que la decisión de Trump está en las antípodas del sentir comunitario?
-Entre la UE e Irán las conversaciones son muy fluidas, Teherán sabe que Bruselas no opina como Washington y que ha intentado convencer a Trump hasta el último minuto. La reacción de Irán, si habrá moderación o no, dependerá mucho de la política interna, del equilibrio de fuerzas entre conservadores y reformistas. La UE, con Rusia y China, seguirá con el acuerdo pero, aunque tome medidas para proteger a los inversores europeos en Irán de represalias de EEUU, muchas empresas no se arriesgarán.
Cuando escribió sobre los primeros cien días, ¿intuía que la Administración Trump iba a ser tan hostil con la UE en temas clave?
-Irán estaba en la lista de divergencias pero creo que Bruselas no se imaginaba lo que ha pasado, que Trump elegiría la opción mas radical de las que había sobre la mesa.
Con la perspectiva que dan los 400 días pasados desde que escribió el artículo premiado, ¿se ha llevado muchas sorpresas?
-Es todo imprevisible, hay muchos vaivenes y algunas personas que mencioné ya no están en sus cargos porque las ha despedido. Hay una gran tensión entre los miembros del Gobierno más cercanos a las tesis de Trump y los republicanos de toda la vida. Hay dos bandos y según en qué momentos y temas el presidente se fía más de unos o de otros, no está claro cuál predominará. Es demasiado pronto para ver cómo va a afectar a las relaciones con Europa. Lo que se está viendo ya es que en seguridad las cosas quedarán igual, pero el tema económico está en el aire. Todavía no se sabe si va a haber guerra comercial. A ver qué pasa el 1 de junio, cuando acaba el mes de gracia en las negociaciones sobre el acero... Si hay nuevos aranceles, la UE tendrá que responder porque es una medida proteccionista como una casa, que no tiene nada que ver con la seguridad nacional.
¿Es viable volver a la autarquía total? ¿Poner a la vez aranceles a China, Rusia, la UE, el Pacífico...? ¿No tendrá que elegir un socio?
-Está convirtiendo este asunto en un chantaje y la UE ya ha dicho claramente que así no negocia.
Salvo el abandono del acuerdo sobre el clima, el resto son temas reversibles dentro de cuatro años.
-Sin duda es lo que más efecto inmediato va a tener. Cuando la UE, que tenía muy buena colaboración con Obama en este tema, vio que EEUU se quedaba por el camino, dijo que su mejor aliado en la lucha contra el cambio climático es China. ¡Quién lo diría! Se están creando nuevas alianzas internacionales, si Estados Unidos se retira de algunos sitios alguien ocupará ese vacío de poder, como ha hecho Rusia en Siria. La UE está negociando un montón de acuerdos comerciales: con Mercosur, México, Japón... la vida sigue. Entre Estados Unidos y la UE tienen un tercio de todo el comercio mundial, es un socio muy importante.
Trump no ha simpatizado con ningún dirigente europeo. Con el que menos mal se le ve es con Macron. ¿Francia puede sustituir a Alemania como interlocutor de la UE?
-Con Merkel tiene muy mala química, se ha visto en los dos viajes. Macron ha hecho gestos para erigirse en el nuevo estratega europeo: invitó a Trump a los actos del 4 de julio y él lo agradeció y fue; pero también hace buenas migas con Putin... Es un líder diferente y Trump cree que ha encontrado a alguien como él, un outsider que se sale de los patrones del político de toda la vida. Pero ya se ha visto cuál ha sido su influencia con el tema de los aranceles: estuvo con Merkel en la Casa Blanca, tres días más tarde se anunció un retraso de un mes pero no se eliminó definitivamente el peligro.
Si no hay ‘impeachment’ y Trump aguanta cuatro años pero no llega a ser un presidente de dos mandatos, ¿la UE debe replegarse y confiar en que el siguiente presidente sea más razonable?
-La política de Trump es una mezcla de políticas muy republicanas de toda la vida, otras más raras, aislacionistas, que se han hecho pocas veces en EEUU; y añade cosas sui generis, que sólo ha hecho él. Con Europa, salvo que se abra una guerra comercial salvaje -lo que no interesa a nadie-, no se espera un cambio radical pero la UE tiene claro que las cosas ya no van a ser como antes. Hay una falta de confianza: un aliado que insulta, pone aranceles, dice que vives del cuento y no pagas nada de Defensa... no es muy de fiar. Y se suma la ruptura del pacto nuclear con Irán, que se lo curraron mucho los europeos con Rusia y EEUU. En la UE preocupa mucho porque en Oriente Medio puede pasar cualquier cosa. Hay quien piensa incluso que puede empezar una guerra.
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