Bilbao - Mira cara a cara a Leonardo da Vinci y tiene la osadía de referirse a él por su nombre de pila, pero es que después de varios libros sobre el genio renacentista, Christian Gálvez lo siente muy cercano. El presentador de Telecinco y escritor ha tenido que lidiar con las críticas, más personales que literarias, de quienes le miran de reojo por ser un personaje televisivo que escribe libros. Hace tiempo respondía a los insultos que le lanzaban, ahora ha cambiado de táctica y lo que hace es agradecer los comentarios de la gente que le apoya. Cuando se le desea suerte, dice: “Deséame éxito, un día me dijeron que la suerte es de los mediocres”.

Sigue con Leonardo da Vinci a cuestas.

-No sé si soy yo el que sigue con él o él sigue conmigo, pero tenemos una buena relación.

‘Leonardo da Vinci cara a cara’. ¿Se enfrenta a él?

-Es ponernos cara a cara, mirarnos a los ojos y decirnos todas las verdades; pero también es un repaso cara a cara de los posibles retratos de Leonardo y de los posibles retratos que han sido manipulados con el fin de obtener beneficios económicos.

¿Abducido por Da Vinci?

-Cuando hablamos de abducciones, siempre hablamos de extraterrestres y no creo que Leonardo fuera un extraterrestre, pero sí creo que fue un terrestre extra; no sé si puedo decirte quién ha abducido a quién.

¡Qué confianza! ¡Le llama sólo por el nombre de pila!

-Ja, ja, ja? Llevamos tantos años juntos que casi me atrevo a tutearlo.

¿Osadía?

-No, una broma. Leonardo da Vinci siempre será un personaje muy grande para mí.

Ha escrito un libro más gordo que los demás, ¿mayor confianza por parte de la editorial?

-Es más extenso, tiene más datos, más fotos y más dibujos. Las limitaciones lo único que hacen es amputar contenidos y en este caso he contado con la flexibilidad de la editorial y he podido hacer lo que realmente quería hacer.

¿Da Vinci está por encima de otros personajes de la historia?

-Sí y no. Hay otros personajes que me motivan mucho a nivel histórico, pero ya sería meterme en temas que no controlo tanto y en los que la gente se puede sentir más ofendida. Leonardo tiene valores que podríamos rescatar en el siglo XXI.

¿Cómo combina todo lo que hace?

-Hago encaje de bolillos y tengo la enorme fortuna de contar con una compañera de viaje, la señorita Cid, que me deja espacio suficiente como para invertir todo el tiempo libre en esto y disfrutarlo conmigo.

Contando además que ‘Pasapalabra’ ha ampliado su emisión a los fines de semana...

-He vivido una época muy cómoda de varios años. Cada dos meses tenía uno libre y era el tiempo que yo aprovechaba para irme con Almu (Almudena Cid, su esposa) a la Toscana, a Florencia.

¡Qué vida!

-Está muy bien, era un tiempo para investigar, disfrutar y vivir. Pero ahora resulta que no disponemos de ese tiempo libre. Es más complicado también buscar fechas para la gira del libro, aun así hay que hacer todo. Ya sabes, las cosas cuando se hacen con pasión?

?se sufre menos.

-Eso no lo tengo tan claro. De pequeño te decían que cuando una cosa te gustaba mucho no había sacrificios y eso es mentira. Te pueden gustar muchas cosas y al final tienes que sacrificar alguna, yo sacrifico el tiempo libre.

¿Conseguiría cerrar un rosco sobre Leonardo da Vinci?

-Ya me lo han hecho, tengo que decir que cuando lo hice admiré muchísimo más a los concursantes que se presentan a Pasapalabra. Acerté, pero no como los concursantes del programa, que lo hacen sin pestañear y antes que acabe de leer la pregunta.

¿Un rosco normal?

-Lo hice una vez, estaba Silvia (Jato) presentando, fue un rosco superfácil y me resultó chungo. Prefiero las preguntas.

Este año cumple una década en ‘Pasapalabra’, ¿se le ha hecho largo?

-Se me ha hecho feliz. Fue un programa que empezó con un contrato de dos meses, fue para hacer una suplencia, era un programa que iba a ser sólo para un verano y yo estoy disfrutando del verano más largo de mi vida.

Seguro que Telecinco tiene datos sobre las franjas de edad que más ven su programa.

-Supongo que sí pero a mí no me lo ha dicho, los niños y la gente mayor son los que me paran por la calle.

¿Qué tiene el programa que convence a los espectadores?

-Si supiera alguien qué tiene Pasapalabra para que los espectadores se queden fijos y pegados a la televisión, lo haría todo el mundo. Quizá unir cultura y entretenimiento y el hecho de ser interactivo, la gente puede jugar desde casa, se pone a prueba? supongo que es esto, pero tampoco sabría cual es la fórmula del éxito.

‘Pasapalabra’ es su lugar de confort, ¿estaría dispuesto a salir fuera?

-Ya lo he hecho con la literatura. He salido del confort de Pasapalabra soportando que me llamen intruso, advenedizo; el hecho de tener que oír: “Otro de la tele que se apunta a la moda de los libros”. Las modas son pasajeras?

¿Lo suyo es una moda? ¿Un encaprichamiento?

-Creo que he demostrado que mi idilio con la literatura no es pasajero. También he oído eso de: “Ya se lo habrán escrito otros”. Tienes que aguantar todo eso. Con este libro ha tenido que venir gente de fuera, del Instituto Leonardo da Vinci, gente de Nueva York, de París, de Florencia y decir que el trabajo era espectacular para que aquí me empiecen a tomar mucho más en serio.

¿Cómo asume usted estas críticas?

-Yo ya venía curtido con Pasapalabra. Empecé Caiga quien caiga con Manel (Fuentes) y dijeron: “No vais a durar ni dos telediarios”, y estuve dos años y medio. En el caso de Pasapalabra, estuvo un año sin emitirse. Silvia Jato lo había presentado brillantemente durante seis años, dijeron lo mismo, que no pasaría de dos telediarios, y ya son diez años. Hay un momento en el que te dejas de preocupar de todos los que critican sin aportar nada.

¿No se ha propuesto contestar?

-No hay nada que puedas hacer para convencer a los demás y gustar a los que no gustas. Pero el secreto para seguir gustando a los que les gustas es la perseverancia y el sacrificio y la pasión con la que haces las cosas. ¿Contestar? Ya lo hice e insultaba a los que me insultaban a mí.

Eso, sin pelos en la lengua.

-Yo les insultaba mucho más. Hubo una persona en Twitter que me dijo: “¿Por qué pierdes el tiempo insultando a lo que te insultan y no inviertes el tiempo en dar las gracias a la gente que te dice cosas bonitas?” Y nunca más volví a contestar una crítica. Eso no quita que haya días en los que quiera arrancar cabezas.