Es uno de los comunicadores que más cadenas ha recorrido. Tiene simpatía y sentido del humor, tanto que le comentó a Anne Igartiburu, coincidieron en un acto de inauguración de una tienda de Visonlab en Bilbao, que no tenía nada que hacer en audiencias en las campanadas porque este año iba a ganar Telecinco.

Hablemos de 2016, un cambio radical el que dio usted saltando de cadena.

-A principios de año, tomé una decisión arriesgada dejando un universo como el de Atresmedia y aceptando un formato muy diferente a los que habitualmente hacía y un público también distinto.

Nadie daba un euro por usted y por ‘First dates’.

-Ya ve usted, los viejos rockeros estamos siempre ahí. Cuatro y Mediaset me ofrecieron el formato y fue una muestra de confianza hacia mí. En cuanto vi el proyecto, sentí que era lo que necesitaba.

¿Necesitaba ser una especie de ‘celestino’ del siglo XXI?

-Era algo que no tenía nada que ver con lo que venía haciendo en los últimos años. Di el paso y no sabía si me iba ir bien o mal, nos ha ido genial.

Y del restaurante del amor a la Puerta del Sol para recibir a 2017.

-Las campanadas, son en parte una recompensa para el programa y para el equipo.

Cada año cambia de mujer para comerse las uvas?

-Igual es una tradición que hay que mantener, a más de uno le gustaría tenerle o por lo menos iniciarla?

Sobre todos si las compañeras de las doce uvas son Cristina Pedroche o Lara Álvarez, ¿no?

-Estoy encantando por siempre me han tocado compañeras fantásticas, no porque sean muy guapas, que estas dos lo son de sobra, pero sobre todo porque como personas son unas tipas fantásticas.

Este año a lo mejor se fijan más en usted porque el anterior las transparencias de Cristina Pedroche le eclipsaron.

-¿Cree de verdad que las transparencias de Cristina me eclipsaron? Bueno, siendo sinceros, no lo dudo. Pero sé que hubo mucha gente que ni se enteró de que Cristina Pedroche llevaba transparencias y rápidamente se centraron en mi perilla que la estrenaba hace un año en Nochevieja. ¿No cree que mi perilla era más atractiva que una transparencia?

Sin ninguna duda. Nunca se habla de cómo van vestidos los hombres que dan las campanadas en televisión, ¿le parece justo?

-Pues no. Yo reivindico al hombre objeto en las campanadas para ser justos.

¿Cómo iría vestido un hombre objeto en las campanadas?

-Unos calzoncillos rojos?.

Uy, no siga. ¿Cuántas veces ha dado las campanadas?

-Las de este año serían las séptimas, las segundas en Telecinco, las primeras las di cuando la cadena no iba a la Puerta del Sol y conmigo estaban Raquel Meroño y Mario Picazo.

En este acto se va a encontrar con Anne Igartiburu, rival suya en las campanadas.

-Sí, Visionalab ha escogido a dos campaneros para la inauguración de la tienda. En cuanto la vea, le voy a decir que este año ganamos nosotros en audiencia, que se le quite de la cabeza que van a estar por delante de Lara (Álvarez) y de mí.

¿No se atraganta con las uvas?

-Tengo un truco.

No se las come.

-Sí, claro que me las como. Les quito las pepitas y la piel, dice mi madre que soy de garganchón estrecho y en cuanto me meto tres uvas a la vez me atraganto y no quiero morir de un acto como el de las campanadas.

Morir en directo el día de Nochevieja sería un poco fuerte.

-Eso sería dar la campanada de verdad. Fuerte no, fortísimo sería.

Siempre se queja de vivir en un continuo viaje.

-Ahora estoy entre Madrid y Barakaldo, me paso la vida en el avión, en el coche y hasta en el barco y la noria si me apura un poco.

Usted y los aviones no tienen una buena relación.

-No, no? Sobre todo cuando aterrizo en Loiu, casi prefiero ir a Donostia, aunque esta pista sea pequeña, la prefiero al viento que hay en Loiu. Lo paso fatal, no lo supero?

Con las horas de vuelo que lleva podría ser piloto.

-Podría ser presidente de Iberia, hay cosas que no puedo superar. No tengo miedo al avión, a las turbulencias sí. Además se me nota, todo el personal de vuelo de las compañía de Iberia o de Europa saben que me pongo muy nervioso y que hay que tranquilizarme, porque si no me agarro a la butacas y voy muy tenso.

¿Qué le pide a 2017?

-Que no haya turbulencias, ni en el aire, ni en la tierra. Le pido que no haya turbulencias ni en el trabajo ni en el amor. Que sea todo un remanso de paz, una balsa de aceite.

Bien que el mundo sea un remanso de paz, pero sin turbulencias de qué cree usted que vamos a vivir los periodistas.

-Ya tienen ustedes las turbulencias políticas, las económicas, para poder trabajar a destajo. No les va a faltar el trabajo en 2017, pero si es más que probable que tengamos elecciones nuevas en seis meses; fíjese lo divertido que va a estar el panorama, que si baja el IVA, que pagamos pocos impuestos según dicen desde Europa, que Italia se hunde, el Brexit...

Le veo muy puesto, parece todo un tertuliano político.

-Eso sí que no. Veo lo que ven todos los ciudadanos y con preocupación, el panorama no está para bromas.

Seamos un poco más lúdicos que estamos en ambiente navideño. Dicen que la distancia es el olvido, ¿sigue siendo usted del Athletic?

-Vamos a ver, esa duda me ofende muchísimo. Soy socio, voy a San Mamés, ahora no puedo porque justo he empezado a hacer teatro, acabo en marzo, así que las siguientes eliminatorias?

¡Qué confianza! Lo fía a largo.

-Mujer de poca fe. Voy a ver las siguientes eliminatorias desde mi asiento como un señor. Yo no puedo faltar a San Mamés.

Le gusta sufrir, ¿no?

-Sufrir también está dentro de la pasión que sientes por algo, en este caso el Athletic.

¿Qué obra de teatro tiene?

-Hemos estrenado en el teatro Reina Victoria, 5 y acción, una obra escrita por Javier Veigas. Llevamos tres semanas y está funcionando muy bien.