Gasteiz - Le gusta meterse en muchos jaleos empresariales, siempre ha dicho que lo que gana en televisión lo invierte. Una entrevista con Karlos Arguiñano siempre está condenada a ser interrumpida por las risas y sus chistes. Con casi tres décadas de televisión a sus espaldas, se sorprende que se califique de eterno televisivo a Jordi Hurtado y no a él. Sus espectadores, que se cuentan por millones, siguen fielmente sus recetas. Ha recorrido todos los grupos mediáticos: de ETB-1, cadena en la que empezó, ha desembocado en Antena 3, pero antes ha pasado por TVE y Telecinco, sin dejar de lado su paso por Argentina. Su vida se divide entre fogones, producción de txakoli, escuela de gastronomía, equipo de motos, paseos y familia. Está a punto de cumplir 68 años, se siente estupendo y no está dispuesto a hacer renuncias.

¿Por qué se mete usted en tantos berenjenales?

-No puedo estar quieto, pienso que la persona, mientras tenga posibilidades de hacer cosas y de crear, no debe parar. No es una cuestión de edad, porque tú no me ves viejo, ¿o sí?

Le veo estupendo.

-Pues eso. No soy lector, no soy asiduo al cine o al teatro, vivo en un pueblo que surfea pero yo no lo hago, así que algo tengo que hacer. Tengo salud para seguir trabajando, me gusta mucho cocinar y de ahí me han salido muchas cosas.

Diversifica el negocio.

-Eso mismo. He hecho pelota, una escuela de cocina, un montón de hijos, estoy con la misma mujer que conocí de novio?

¿Le ha preguntado cómo le ha aguantado tanto tiempo?

-Ja, ja, ja? No se me ocurre. Cuando llevas tanto tiempo con tu pareja no tienes que dar explicaciones todo el día: te conoce cuando estás dormido, cuando estás despierto, sabe por qué has venido tarde o pronto; te mira de reojo y ya sabe por dónde vas.

¿Y no se cansa?

-Pues no. Hacer pelota, motos, vino, producir programas de televisión de cocina... Jamás había pensado que iba a hacer tantas cosas, es una maravilla. Qué pena que no viva mi padre que creía que era tonto?

No exagere, los padres casi siempre son exigentes.

-Él quería que fuera arquitecto y solo llegué a chapista. De haber visto todo esto, mi padre se habría emocionado, y diría: Este no era tan tonto como yo pensaba. Mi madre ya se ha dado cuenta de que no era tan tonto como creían y suele decirme qué pena que no viva el aita para que pudiera ver todo lo que estás haciendo.

Por lo menos su madre está orgullosa.

-Eso sí. Ella con noventa años está agradecida de cómo le va a su hijo mayor, ellos pensaron que nunca iba a ser nada. La frase de tú nunca serás nada, era la que más me reventaba cuando yo tenía diez u once años. Se me quedó como un clavo dentro de la cabeza. Me he buscado la vida, pero lo he hecho rodeado de muchísima gente muy válida a mi alrededor, yo solo soy de recorrido corto.

Siempre hablamos de Jordi Hurtado como el eterno de televisión pero usted?

-Cada vez que veo eso, pienso estos no se acuerdan de mí? Será gente joven la que escribe esas cosas. Llevo 27 años en televisión con un programa diario y dicen que Jordi Hurtado es el eterno. Durante tres años tuve programa en Argentina y en España.

Todo un crack, ¿no?

-Solo soy un cocinero. En Argentina volví a rezar; rezar en bromas, yo nunca he rezado en serio. Ellos son muy graciosos y les rezaba un día francés, otro en latín, otro euskera y otro en castellano?

Además es usted políglota.

-Ja, ja, ja? Ya me gustaría. Seguro que pensarían los argentinos que yo estaba loco perdido. Pero había estado seis años en los benedictinos de Lazkao. Me lo paso bien trabajando, para un cocinero hacer una receta es una cosa sencilla?

Como le oigan los de Atresmedia le van a bajar el presupuesto del programa.

-Me da igual, ya no me preocupa lo del dinero?

¿Le sobra?

-Me importa ser feliz y eso lo consigo cocinando y viendo que mi entorno funciona y que no tengo que echar a la gente del trabajo. Estamos doscientas y pico personas entre una cosa y otra: escuela, hotel, restaurante y productora. Deben cobrar todos los meses, nadie me dice nada ni se queja. Me meto en líos sin querer meterme en líos.

Es un hombre que se cuida, ¿no?

-No sé qué decir. Como el doble de lo que tengo que comer, pero me quedo de a gusto? No me quejo de mi estado de salud, a mi edad veo bien sin gafas y luego camino para compensar mis comidas. Lo que pasa es que se cogen kilos.

No se puede quejar.

-Suelo decir que a partir de los cuarenta coges un kilito al año, te apartas del sexo y te acercas al sofá. Yo era flaco hasta los 45. Dejas de hacer niños y engordas. Ya sabes que al principio el matrimonio es pura creatividad, todo el día creando, creando? y cuando ya has creado todo te toca aguantar, te vas adocenando y a mí me gusta mucho comer, disfruto comiendo.

¿Un hombre feliz?

-Hacemos lo que podemos. No me quejo, sería injusto. Familia, amigos, cocina, poder comer rico y seguir disfrutando. ¿Quién no firma por esta vida?