Kia va a clausurar el mejor ejercicio de su breve pero intensa historia poniendo en circulación una ambiciosa reedición del Optima. La firma coreana ha decidido relanzar su berlina de clase media, modelo que tras una atinada revisión de diseño y contenidos merece salir del anonimato. A partir de ahora, el sedan habla el mismo lenguaje estético de los últimos Kia, refina su atuendo y pone al corriente sus dotaciones técnicas, gracias lo cual para pierde complejos frente a ciertos modelos Premium. Lo consigue sin disparar la tarifa, que discurre entre 21.704 y 31.354 euros gracias a los descuentos de lanzamiento (sin contar posibles beneficios del Plan Pive).
Hasta ahora, la presencia del Optima en el catálogo Kia era prácticamente virtual. Figuraba en nómina, pero la marca ponía poco énfasis en vender un producto que llegaba a cuentagotas ya que el grueso de su producción se destinaba a cubrir la demanda en Asia y Norteamérica. La versión oficial dice que el escenario acaba de cambiar y que el suministro de la nueva edición ya permite cubrir la potencial demanda europea del modelo. Por eso, y por los notables progresos del coche, los directivos de la firma en el mercado español pretenden pasar de vender un centenar escaso de unidades este año a acumular dos mil ejemplares matriculados al cierre de 2016.
Atributos no le faltan al Optima para alcanzar esa cifra. El modelo, que sale a la venta estos días y se empezará a entregar en enero, atesora méritos suficientes para asomar entre las berlinas de clase media que aspiran a robar clientes a las de más entidad. El pretendiente asiático cumple con creces los requisitos esenciales. Comienza exhibiendo un porte armonioso y dinámico, marcado por el semblante con ‘nariz de tigre’ característico de la familia. Su envoltorio ligeramente ensanchado -alcanza 4,85 metros de largo, 1,86 de ancho y 1,46 de alto- acoge una cabina más holgada, confortable y sofisticada, así como un capaz cofre de carga (510 litros).
El modelo es ahora un poquito más corpulento y habitable, también más consistente y hermético, pese a lo cual pierde peso y adquiere esbeltez. Pero, sobre todo, hace gala de un superior empaque. Transmite, por tanto, la sensación de ser más y mejor coche que en la edición anterior. Lo corrobora haciendo acopio de los recursos técnicos que proponen las berlinas contemporáneas punteras, casi siempre más costosas. Porque el Optima no es, en modo alguno, un automóvil caro. Permite, con un desembolso comedido, disfrutar de un vehículo perfectamente pertrechado. El programa de dotaciones del modelo, que incluye tres definiciones escalonadas, contempla tecnologías hasta ahora insólitas en la marca: control de crucero adaptativo (ajusta la velocidad a la de los vehículos precedentes), frenada de emergencia (evita o atenúa colisiones por alcance y atropellos), asistencia de mantenimiento de carril (impide salidas de la trayectoria), proyectores bi-xenón adaptativos (con cambio inteligente de iluminación), reconocimiento de señales de tráfico, detección de obstáculos en el ángulo ciego, radar de marcha atrás, etc.
Con estos ingredientes, la nueva generación del Optima se hace sitio en la categoría y captar la atención del público. En especial la de esa clientela exigente que, libre de complejos marquistas, busca la máxima rentabilidad para su inversión. La versión más asequible del modelo, disponible desde 21.704 euros, sale a la calle animada por un motor gasóleo de 141 caballos y equipada con relativa generosidad: siete airbags, controles de estabilidad y tracción, freno de estacionamiento eléctrico, climatizador de doble zona, navegador con pantalla de 7”, cámara de marcha atrás, control de crucero con limitador de velocidad, sensores de lluvia e iluminación, llantas de aleación de 16”, etc. Hay dos ejecuciones superiores y un ‘pack luxury’ que enriquecen paulatinamente estos contenidos por un poco más de dinero.