BMW ofrece ya una nueva partida del X1. La casa alemana ha reconsiderado a fondo su pequeño saltamontes, lanzado en 2010 y remozado dos años después. El coqueto y manejable crossover experimenta una metamorfosis, un cambio que se podría considerar radical si no concerniese más a los aspectos estructurales que al estilo. La última entrega mantiene la coherencia estética con la familia pero transforma la carrocería para ganar esbeltez y habitabilidad. El paso por el taller vuelve más austera y limpia la plantilla de mecánicas, inicialmente compuesta por una a gasolina (231 CV) y tres diésel (150, 190 y 231 CV). Adquirir el nuevo BMW X1 exige un desembolso mínimo de 32.400 euros.

La operación de puesta al corriente de este modelo depara una lúcida reconversión del proyecto original, reorientado hacia el mismo rumbo que siguen las otras marcas Premium. De paso, el X1 estrecha vínculos con congéneres de clara inspiración familiar como los Serie 2 Active Tourer y Gran Tourer. Comienza comprimiendo su envase, que achica eslora y expande manga y alzada. El recién estrenado tiene 4,44 metros de largo (3 cm. menos), 1,82 m de ancho (2 más) y 1,59 de alto (5 cm. más). Son diferencias considerables que, si bien no alteran demasiado la estampa general del vehículo, sí propician significativos progresos.

El primero beneficia a su aerodinámica, por lo que encuentra menos resistencia del aire a su avance. Otro avance concierne al aprovechamiento del la cabina. Pese a la reducción de la longitud, que comporta un recorte en la distancia entre ejes (de 2,76 a 2,67 metros), el fabricante asegura que los pasajeros disfrutan de más espacio a bordo. Lo explica aludiendo a la mayor anchura y a la elevación del techo; también a la nueva estructura de los asientos y al escalonamiento de los mismos. Las dos butacas de primera línea van ahora 3,6 centímetros más altas, lo que facilita el acceso a bordo de conductor y copiloto, además de acrecentar su dominio visual del entorno. La segunda fila va aún más realzada (se eleva 6,4 cm.); puede contar con banqueta deslizante (13 cm.) y respaldo regulable. Otro dato que confirma la progresión en la habitabilidad del modelo es la capacidad de su portaequipajes, que gana 85 litros para brindar 505 útiles.

La hechura moderna esconde, asimismo, una configuración diferente. BMW cambia el paso e instala los motores en posición transversal. Además, a partir de ahora las variantes de dos ruedas motrices del X1 transmiten la energía a las ruedas anteriores en vez de a las posteriores. La gama inicial es muy sencilla. Plantea tres candidaturas diésel (150, 190 y 231 CV) y una gasolina (231 CV), todas ellas de cuatro cilindros y dos litros. Las tres más solventes instalan una actualización del sistema de tracción integral xDrive y transmisión automática Steptronic de nuevo cuño, con ocho velocidades y convertidor de par. Por su parte, la alternativa menos ambiciosa, la 18d a gasóleo con 150 caballos, se vincula a caja manual de seis marchas y utiliza tracción delantera. BMW asegura que esta generación de mecánicas es hasta un 17% más eficiente que sus predecesoras. Los datos oficiales de consumo combinado establecen una horquilla de 4,1 a 6,4 litros; las emisiones mínimas de dióxido de carbono se han homologado entre 109 y 149 g/km.

El reparto motriz al servicio del X1 se ampliará de inmediato con la incorporación en noviembre de dos unidades de tres cilindros y 1,5 litros: la turbodiésel 16d con 116 CV y la 18i de gasolina con 136. El programa también contempla lanzar un propulsor gasolina de dos litros con 192 caballos.

La lista de precios del renovado X1 arranca en esos 32.400 euros que cuesta el sDrive18d, variante diésel con tracción delantera y caja manual. Culmina en los 45.500 euros que reclama la versión a gasolina (xDrive25i) con 231 CV; el gasóleo de idéntica potencia sale por 1.100 euros menos. La opción media (xDrive20d), de 190 CV, solicita 39.900 euros.