DOS eventos tradicionales marcan el paso de la industria europea del automóvil. El primero es el Salón de Ginebra, que cada primavera avanza la colección de modelos que se van a llevar esa temporada. La siguiente cita obligada del sector se produce en estas fechas, en las que los certámenes bienales de Paris y Fráncfort se alternan para desvelar estrenos para el tramo final del año y el inicio del siguiente. En esta oportunidad corresponde el turno a la muestra alemana, que alzará el telón el jueves para constatar la pujanza de las firmas locales y confirmar el auge de la moda crossover.

Los constructores autóctonos, conscientes de su condición de anfitriones, se vuelcan para llenar de contenido el IAA Cars. El Salón de Fráncfort, que alcanza este año su 66ª edición, se consolida como alternativa a la más glamurosa (y decadente) convocatoria del Mondial parisino. A juzgar por lo que se va a mostrar la semana que viene, las compañías de Alemania (y algunas asiáticas allí empadronadas) gozan de una salud financiera y creativa razonablemente buena. Suya es, por cantidad y calidad, la principal aportación de novedades.

En el menú destacan las renovaciones de reputados compactos y de berlinas punteras, pero sobre todo proliferan las propuestas crossover. Esta nueva clase de vehículos de origen sucedáneo -tienen estampa inspirada por los 4x4 pero modales y dotaciones de turismo- ha tocado la fibra sensible del gran público. El escaparate germano ratifica que los crossover han llegado para quedarse.

La lista de estrenos incluye creaciones de ese estilo para todos los gustos y economías. La integran candidatos de masas como el Kia Sportage, iniciativas escuetas como el Hyundai i20 Active, intermediarios entre la clase media y la categoría Premium como el BMW X1, aristócratas como el Jaguar F-Pace y el MB GLC, incógnitas como el Ford Edge?

La cosecha de esta temporada también recoge alternativas sedan y coupé de distintas tallas y destinos. Destaca, por su trascendencia comercial, la presentación en sociedad de la siguiente generación Astra. Opel se juega buena parte de su provenir con este coche, continuista desde el punto de vista plástico pero ambicioso en el plano de la tecnología. La suya no es una apuesta ciega, puesto que acumula cualidades de sobra para revalidar éxitos precedentes; su problema es que encuentra una competencia cada vez más nutrida y mejor capacitada. Entre la misma destaca un Renault Mégane completamente transfigurado, que saldrá a por todas antes de que acabe el ejercicio.

Además, el IAA va a permitir contemplar las nuevas remesas de A4 y Serie 3, dos berlinas de envergadura media y alto prestigio. La de Audi alista una quinta generación perfeccionada pero coherente con sus antecesores. BMW desvela una remodelación de su coche caracterizada por notables progresos en su repertorio motriz. La marca bávara también prepara la sexta entrega del Serie 7, uno de sus estandartes. Mercedes-Benz no entra de lleno en la disputa y se conforma con mostrar complementos más pasionales y minoritarios, como el Clase C Coupé y el Clase S Cabriolet.

Los generalistas no renuncian a acortar distancias con las firmas distinguidas. Renault enseñará en Alemania el Talismán, un sucesor venido a más del actual Laguna. Esta berlina de generosas proporciones y singular fisonomía da a conocer ahora su variante familiar Sport Tourer. Empezará a rodar a fin de año. Por esas fechas se topará con el Kia Optima, un rival que da la talla respondiendo a las demandas de familias viajeras y de personas que buscan un automóvil con poder de representación social.

Uno o dos peldaños por debajo se instalará el Ægea, un sedan de cuatro metros y medio con el que Fiat quiere hacerse notar en el segmento más popular. No llegará hasta el año que viene. Antes la filial Alfa Romeo propondrá el Giulia, un sedan de cuatro puertas con aire de coupé; tendrá mecánicas diésel y gasolina hasta 510 CV.