en el Boga se han desarrollado muchas de las tramas de la serie y fue ayer el punto de encuentro de actores, técnicos, responsables de Euskal Telebista y de la productora Pausoka. Abrazos, lágrimas furtivas y puesta al día de la vida de los que no se habían visto en años. En enero de 2016, una nueva apuesta centrada en los años 50 y 60, también de la misma productora, llenará el hueco de la ficción más veterana de la televisión de todo el Estado.

Goenkale ha dejado de grabarse, pero se sigue emitiendo hasta junio y volverá en otoño para terminar definitivamente en diciembre. El plató con los distintos escenarios está prácticamente desmantelado. Solo el Boga se mantenía ayer en pie, se llenó de inmediato de saludos y de recuerdos, faltaban muchos de los actores, la mayoría por imposibilidad de compaginar horarios, pero medio centenar de personas ocuparon todas las mesas de forma inmediata: “Esto está a tope, hoy nos forramos”, decía uno de los actores con una sonrisa triste porque la cuenta atrás ya ha comenzado.

Maite Iturbe, directora general de EITB; Edu Barinaga, director de ETB, y Joselu Blanco, Director de Programación, entre otros, acompañaban a los que durante dos décadas han mezclado la realidad con la ficción y han dado vida cotidiana a Arralde. En este acto de despedida y cierre definitivo del Boga también estuvieron por parte de la productora su director, Iñaki Eizmendi; la gerente de Pausoka, Itziar Zeberio; el actual productor ejecutivo de la serie, Kimetz Susperregi, y los directores: Joseba Gardeazabal, Jabi Elortegi, Olatz Beobide y Aitor Osa.

Del cuadro de actores que han pasado por Goenkale en las distintas temporadas se reunieron Ainhoa Aierbe, Itziar Ituño, Iñaki y Xabier Perurena, Tessa Andonegi, Martxelo Rubio, Félix Arkarazo, José Kruz Gurrutxaga, Kandido Uranga, Itziar Aizpuru, José Ramón Fachado, Iban Garate, Joseba Apaolaza, Mikel Martínez, Karmele Larrinaga, Maite Bastos, Maitena Salinas, Jox Berasategi, Teresa López de Munain, Pedro Otaegi, Abelin Linazasoro, Joseba Usabiaga, Sara Cozar, Maite Arrese, Gorka Igartua, Eriz Alberdi, Itziar Gómez, Gotzon Sánchez, Ugaitz Alegria y Joseba Olagarai.

Entre los recuerdos que ayer se desgranaban, Itziar Aizpuru, una de las protagonistas de la película Loreak, rememora cómo con sesenta años decidió que quería probar suerte en una actividad que siempre le había atraído, la interpretación: “Figúrate, sesenta años y me animo a llamar a ETB y decir que quiero hacer una prueba, me estuve pensando la llamada varios días. Hice la prueba y me dieron el personaje, Dolores era malísima, una mujer muy mala. Me quedé en Arralde tres años. Aquí, en el Boga, empezó una nueva vida para mí”.

Son muchos los que pueden contar anécdotas y no terminar. José Mari Otermin era director de Programas en 1994, cuando el director de la cadena era Luis Alberto Aranberri: “Han pasado casi 21 años y en esa época sentíamos que en ETB tenía que haber una producción ágil con una emisión diaria. Y en el previo al Goenkale, yo citaría a la serie Flamingo berriak que hicimos en K2000 y que se hacía casi a diario cada capítulo. Tuvimos que ir a Cardiff y Briston y vimos que lo se hacía allí, también se podía hacer aquí”. Nunca pensó en aquellos inicios que la serie se jubilaría después que él: “En absoluto, aunque sí vi desde el principio que la productora era capaz de suministrar historias nuevas, protagonistas nuevos; pensé que podía tener largo recorrido, pero no 21 años”, señala complacido por haber liderado este proyecto junto a Iñaki Beobide.

Menos optimista en cuanto a duración era su primer director, Joseba Gardeazabal. En principio la serie tenía una duración de sesenta capítulos: “Pensaba que no llegaríamos a los veinte. No estábamos acostumbrados a grabar en el día y montar el capítulo en la tarde-noche, era de locos. Lo cocíamos en el día y lo emitíamos en el día. El agobio era inmenso, acabábamos emocionados, ibas a la cama y no podías dormir y pensabas: hemos hecho algo, y ese algo ha durado mogollón. Fue un placer”. Pocas veces una despedida televisiva deja tantas historias por el camino y muestra que la realidad y la ficción casan bien.