EL Twingo experimenta un cambio radical. El benjamín de la prole Renault renace transfigurado en coqueto utilitario de querencia retro y configuración técnica en desuso. Asume una silueta intensamente inspirada por la escuela de diseño italiana e instala propulsión y motorización traseras. La marca del rombo justifica esa decisión alegando que así fomenta habitabilidad y manejabilidad. El progreso en ambos aspectos es innegable; también lo es que dicha disposición compromete la capacidad del maletero. Con todo, el modelo prospera y escapa del rebaño de utilitarios anodinos al de los ciudadanos glamurosos. Renault lo propone con dos pequeños motores tricilíndricos de gasolina, uno de 70 y otro con 90 caballos, y dos puestas en escena. La tarifa, antes de descontar el Pive, va de 11.700 a 13.500 euros.
Pocas veces se podrá afirmar con tanta exactitud que el cambio generacional, segundo en el caso del Twingo, depara un automóvil completamente nuevo. El sucesor homónimo se sitúa, además, en las antípodas de los dos anteriores. Tanto que el parentesco familiar resulta imperceptible, no así el que mantiene con un rival directo (Fiat 500) y con su gemelo Smart ForFour.
El Renault recién estrenado exhibe un estilo antagónico al de sus predecesores. Para empezar, altera las proporciones conocidas. Es ligeramente más corto y alto: renuncia a nueve centímetros de eslora para dejarla en 3,60 metros y realza 8 cm. el techo (1,55 m.); la manga pierde otro y se queda en 1,65 m. Pese a comprimir su hechura, el nuevo Twingo separa 12 cm. más sus ruedas -tiene 2,5 metros entre ejes- buscando mayor espaciosidad a bordo. A ella contribuye también la decisión de montar tracción trasera, lo que permite eliminar de la cabina el túnel de transmisión. Además, la ausencia de motor en el vano delantero amplía el margen de maniobra de las ruedas, por lo que el coche solo necesita 8,6 metros para girar.
La carrocería de cinco puertas - las posteriores camuflan los tiradores en los marcos de ventanilla para imitar a los coupé- está homologada para cinco ocupantes, aunque para garantizar el bienestar es preferible que no pasen de cuatro. Pueden ser adultos de relativa corpulencia, pero con pocos bártulos. El portaequipajes, situado a popa, justo sobre el motor, brinda entre 188 y 217 litros, dependiendo del grado de inclinación del respaldo trasero. Una plancha metálica y una alfombra sintética separan el propulsor del habitáculo y del hueco de carga para atenuar el ruido y el calor.
La ambientación interior es sencilla, moderna y colorista. La instrumentación es bastante sucinta. Se limita a los contados datos concentrados en la pantalla semicircular que se vislumbra a través del volante. Renault ofrece la posibilidad de obtener más información a través del sistema de serie R&Go, que permite conectar al vehículo, en un soporte del salpicadero, cualquier Smartphone (muestra el cuentavueltas, permite navegar tras descargarse cartografía, etc.). El modelo también oferta el más avanzado sistema R-Link, que ya incluye pantalla táctil; facilita la conectividad y la gestión de distintas funciones del coche.
El Twingo, que comparece con dos definiciones de producto razonablemente bien pertrechadas, despliega un abanico de precios entre 11.700 y 13.50 euros, importe que puede reducirse con la bonificación del Plan Pive. No es un desembolso elevado, sobre todo para un modelo en cuya compra pesa tanto el componente emocional. El único inconveniente para el Twingo es que por muy poquito más dinero se accede al Clio (desde 12.550), que es mucho más coche. De hecho, es un cochazo.