BILBAO - Itziar Ituño (Bilbao, 1974) es una mujer a la que le gusta disfrutar de la vida, uno de sus placeres es viajar, recorrer mundo. Sabe que los tiempos de trabajo que marca su profesión son irregulares y se adapta a ellos porque le hace feliz ser actriz, mucho más que tener una nómina fija en otro tipo de empleos. Da vida en Goenkale a Nekane Beitia y en su última película, Loreak, a Lourdes, dos mujeres distintas entre sí y también muy diferentes a ella.

Hablemos de Nekane Beitia, ¿cómo ha evolucionado?

-Ha pasado por un montón de fases. Comenzó siendo una chavalita que está aprendiendo, muy listilla y muy tonta. Ahora es la comisaria, está bastante escarmentada, que lleva todo lo que sucede en la comisaría.

¿Un personaje fuerte?

-Está muy sola, a Nekane le absorbe su trabajo, no le ha ido muy bien en los amores. Tiene un carácter un poco brusco pero tiene mucho corazón.

¿Puede combinar la serie con otros trabajos de su profesión?

-He podido hacer unas cuantas obras de teatro en euskera y en castellano. También he hecho películas, como Goenkale se deja de grabar en febrero, te queda tiempo para disponer de tiempo y poder hacer otras cosas.

Acaba de protagonizar la película ‘Loreak’.

-Es una experiencia muy diferente. La televisión se hace muy rápido y esto se ha hecho despacio, con mimo, teniendo tiempo para reparar en los detalles, incluso los más pequeños. En la tele no te puedes permitir ese lujo, vas a toda velocidad. El cine tiene esa parte de tiempo para poder sacar brillo a lo que se hace. Loreak ha sido un regalazo.

Háblenos de su papel en la película.

-Lourdes es una mujer medio hippy, moderna, practica en la vida. No le ha ido muy bien y tiene una coraza muy grande, parece borde y dura y en el fondo es todo lo contrario; es bastante cobarde, no se enfrenta a los problemas cuando los tiene delante decide echar pata, huir, para que luego se le venga todo encima. Tiene es una necesidad enorme de que la quieran.

¿Son dos personajes solitarios, el de la serie y el de la película?

-Lourdes tiene un marido y un hijo de un matrimonio anterior, es la mujer de Beñat. La que está sola, muy sola, es Nekane, mi personaje en Goenkale. Ella ha tenido un montón de novios y una novia, le ha salido todo muy mal y ahora mismo está volcada en el trabajo.

¿Qué les da usted a sus personajes?

-Creo que mi parte más seria. Yo en la vida soy bastante feliciana y me río un montón. No sé por qué, pero siempre me toca hacer personajes de este estilo, muy de mujer dura, a veces fría. La gente siempre me dice: Lo seria que sales y los dramones que te ponen y cómo te ríes después en la calle. Ya ves, deseando hacer comedia y siempre me dan personajes muy serios.

¿Es difícil meterse en papeles tan diferentes a su carácter?

-Hay que intentar entenderlos porque aunque no tengan nada que ver contigo tienes que defenderlos. Les das tu físico, tu voz y te metes en el pellejo del personaje y al final le pones de lo tuyo.

¿Cuántos años trabajando como actriz?

-Toda la vida. Me apunté cuando estaba en el instituto, tendría quince años, a la escuela de teatro de Basauri. Con diecisiete años, estuve unos meses en K-2000 en doblaje, hice cortos en la universidad. El primer trabajo que hice fue Agur Olentzero, agur, después llegó Goenkale, el más largo e importante.

¿Ha trabajado fuera de Euskadi?

-Poco. El 1 y el 2 de noviembre estrenamos una obra en Madrid, La calma mágica, que es en castellano y en euskera. En televisión y cine nunca he trabajado allí.

¿Le gustaría salir o trastocaría su vida?

-Sí. Yo me apuntaría a hacer algo fuera. Lo que no iría es a vivir. A estas alturas de la vida tengo claro que quiero vivir aquí, no me gustaría cambiar de repente toda mi vida e irme a Madrid, lo haría siempre que supiera que hay una vuelta a casa; que voy para una temporada y luego me vuelvo. Pero nunca se sabe hacia dónde te va a llevar el aire. Haría trabajos puntuales, a gusto, por conocer, por abrir puertas.

¿Se vive bien de ser actriz?

-Depende de lo que le pidas a la vida. Estuve una vez en una fábrica, haciendo neveras, una fábrica que se acaba de cerrar en Basauri, y no era feliz; tenía un sueldo mensual, pero prefiero tener temporadas donde no sabes lo que va a ser de tu vida y otras en las que vas a trabajar disfrutando y a gusto porque te sientes realizada con lo que estás haciendo. Conseguir ir contenta y feliz al trabajo es impagable para mí.

¿Qué hace cuando hay menos?

-Pues tú misma te reinventas, te haces cuentacuentos, escribes un monólogo e intentas moverlo por los bares. Soy feliz y vivo muy bien.

Con los tiempos que corren, es usted una mujer optimista.

-Estoy contenta con lo que he elegido y nunca me he arrepentido y es una cuestión de saber valorar y vivir con lo que te toca.

¿Es ahorradora?

-Sí, sí, pero no demasiado, me gusta mucho viajar, no soy muy gastadora en las cosas materiales. Vivo en un cuarto sin ascensor, no soy de las que compro por comprar; esas cosas no me importan, pero viajar, ahí sí que me puedo fundir todo lo que tengo ahorrado. Pero también tengo un colchoncito y siempre tengo algo guardado por si acaso.

¿Es de las que juega a la lotería de Navidad?

-No mucho. Me acuerdo un año que tocó en Basauri y pensé: ¿Por qué no jugaré más? Al año siguiente jugué un montón. Cojo con las amigas algún décimo, el de Pausoka, la productora de Goenkale, pero no mucho.

Imagínese, primer premio, 400.000 euros, ¿dónde se iría si le tocase la lotería?

-Uff, no sé. No conozco nada de Asia, de África me queda un montón, América latina es lo que más conozco pero aún me queda mucho por ver. Si me toca la lotería, me daría una vuelta al mundo muy a gusto.