Asequible, pequeño y manejable, el Celerio es el utilitario de manual que Suzuki pone en la calle. El nuevo paradigma del coche modesto y cumplidor, anunciado a comienzos de año, llega por fin a los escaparates de los concesionarios. Amable y competente, el Celerio es un digno candidato para quienes buscan un coche práctico y están dispuestos a sacrificar sofisticaciones por un precio contenido.

El nuevo pretendiente accede a un segmento muy competido, en el que las operaciones se cierran o fracasan por unos pocos euros de diferencia entre los aspirantes. Pese a ello, es un mercado en el que se percibe una creciente ambición. Fruto de la misma, clientes y fabricantes son cada vez más proclives a estimar el diseño, el equipamiento y la calidad de materiales y ajustes. Suzuki intenta dar la talla en dicho escenario con esta nueva creación, un compacto de silueta agradable y credenciales técnicas satisfactorias.

El Celerio viste un escueto atuendo de cinco puertas. Sus comedidas dimensiones -ocupa 3,60 metros de largo, 1,60 de ancho y 1,54 de alto- lo facultan para estacionar en el hueco que deja cualquiera de sus antagonistas (Kia Picanto, Hyundai i10, Skoda Citigo, VW up!, SEAT Mii, Fiat Panda, Renault Twingo, etc.). La gran separación de los ejes (2,45 metros) propicia un interesante aprovechamiento de esa hechura. Así, la cabina del modelo, homologada para cinco teóricos ocupantes, es capaz de acomodar a cuatro adultos; los del asiento posterior nunca podrán ser tan corpulentos como los de las plazas delanteras.

El menor del repertorio Suzuki ofrece, además, un portaequipajes de 254 litros; aunque parezca un volumen escaso, supera el de todos sus competidores y permite embarcar la compra del súper o un par de maletas tipo avión. La generosa quinta puerta y el sistema de abatida del asiento trasero brindan la oportunidad de convertir al Celerio en un práctico sucedáneo biplaza de familiar, con 1.053 litros útiles.

La atmósfera interior compagina un diseño actual, relativamente vistoso, y materiales correctos ensamblados con pulcritud. No hay lujo, ni cabe exigirlo con tarifas tan agresivas como las que asume el pequeño japonés. La impresión del espectador depende, como siempre, de la puesta en escena que vista el coche. El fabricante propone tres calidades de acabado: GA, GL y GLX.

La primera renuncia a bastantes de los recursos que ya se dan por inexcusables en un automóvil contemporáneo. Lo hace para ajustar las cuentas y dejar el precio final en 8.090 euros; este llamativo importe ya computa el descuento por el Plan Pive, pero no los costes de matriculación y entrega. Sale de fábrica con airbags delanteros frontales y laterales, frenos ABS, control de estabilidad ESP, ordenador de viaje, control de presión de neumáticos y poco más.

La terminación inmediata remedia esa sensación de desnudez añadiendo bastantes detalles: cierre centralizado con mando a distancia, elevalunas eléctricos delanteros, aire acondicionado manual, radio CD con mp3 y Bluetooth, ajuste de altura de volante, limpiaparabrisas y luneta térmica traseras, puerto USB, etc. El precio de partida aumenta hasta 8.940 euros. La ejecución más ambiciosa del Suzuki Celerio, desde 10.390 en adelante, sale a la venta bastante mejor pertrechada: llantas de aleación, retrovisores y elevalunas traseros eléctricos, proyectores antiniebla, parrilla frontal cromada, airbag de cortina, etc.