Vitoria. Ha comido talo con txistorra, ha escrito por primera vez su carta a Olentzero, ha visitado el mercado de la Ribera y, por primera vez también, ha comido caracoles, un plato que ha logrado esquivar hasta llegar a la CAV. Quique Matilla invita a ver a los espectadores de ETB-2 su programa hoy a las 22.15 horas. Dice que es un cita con el humor y las sensaciones de llegar de fuera y hacer una inmersión para abrir boca en el mercado de Santo Tomás o compartir exquisiteces gastronómicas en un txoko.

'Quique en el país de los vascos', ¿cómo va a ser el programa?

Va a ser una mezcla de humor y documental. Se van a ver cosas que hacéis allí por Navidad pero vistas por alguien fuera...

¿Y qué ha visto usted?

He estado en Santo Tomás, he visto a Olentzero, el mercado... Contaré lo que se me ha pasado por la cabeza mientras estaba allí.

¿Qué ha sentido en Santo Tomás?

Hambre, mucha hambre...

¿No ha podido comer nada?

Antes de ir al País Vasco había estado viendo cómo era Santo Tomás en Internet y veía a toda la gente con los talos y tenía unas ganas de probarlos tremendas, pero hasta la mitad del día casi no pude probarlos.

¿Le gustó?

Sí, sí, sí... me gustó mucho, comí talo con txistorra, era el primer talo que comía en mi vida; pero, sobre todo, era también he comido caracoles por primera vez. Eso sí que ha sido difícil para mí.

¿No le han gustado?

Sí, me han gustado. Pero es una de esas cosas que nunca las pruebas por si acaso.

Es de Valladolid y vive en Asturias, ¿no se comen caracoles en ninguno de estos dos lugares?

En Valladolid no mucho, en Asturias algo... Siempre que en alguna comida o cena los ha habido, los he esquivado.

Vamos, que le daba cosa.

Mucha, de hecho ya vais a ver la cara que pongo la primera vez que los pruebo.

Supongo que acompañó sus pruebas gastronómicas con txakoli.

Eso sí; pero, ¿sabes qué pasa? Que con las bebidas no tenía ningún problema. Cuando he estado de fiestas por allí hice una cata de todas la bebidas.

Otra aventura para usted fue la inmersión en el mercado, ¿qué le pareció?

Creo que la gente de mi generación no está acostumbrada a comprar en mercados y me asombró. Me gustó mucho lo que vi en Bilbao, me entusiasmó el ambiente que se respiraba en los puestos, la gente comprando cerca de la Navidad, cargando en las bolsas lo más rico, la alegría que veía a los que vendían la mejor carne, el mejor pescado, el mejor marisco... ¡Uff, estaba todo buenísimo!

Hablemos de Olentzero.

Me chocó mucho, sabía que el que llevaba los regalos allí era Olentzero. Cuando hice el reportaje me convenció, me gusta más la idea de Olentzero que Papa Noel, se le ve más terrenal.

Supongo que usted es más de reyes magos.

Sí, pero ya me he cambiado, ahora soy de Olentzero, que llega antes. Tengo un peque de un año y creo que cuando le dé a elegir va a pensar lo mismo.

¿Cómo ha visto la CAV?

Con mucha envidia, todas las costumbres y tradiciones que he visto y he vivido en este primer programa son geniales: la feria de Santo Tomás, las sociedades gastronómicas, un txoko, Olentzero, el campeonato de bertsolaris que me impactó mucho... La gente disfruta mucho de estas tradiciones. Quizá en otros sitios dejan que las costumbres se pierdan.

¿Se ve distinto desde fuera?

Sí se ve diferente, pero es porque los medios de fuera tocan muy de refilón las informaciones. No te llega nada, nada de lo que he vivido yo allí. A la gente siempre le recomiendo que viaje, que conozca los sitios, solo así se puede opinar.

Siendo monologuista vive un poco lejos de Madrid, en Asturias.

El centro para esta profesión suele ser Madrid, de hecho, todas las semanas suelo bajar a actuar a Madrid. Estoy acostumbrado a vivir en un autobús.

¿Cuánto tiempo lleva haciendo monólogos?

Hace once años que me subí por primera vez a un escenario, pero he de decir que soy cómico y que me dedico a ello hace algo más de ocho años.

¿Se puede vivir bien en tiempos de crisis de hacer humor?

Sí, a nivel económico da para vivir. Otra cosa es el trabajo dónde lo hagas, me gustaría estar con mi peque en casa y más tiempo, y eso no puede ser: la mitad de los días estoy fuera.

¿Qué tipo de humor le gusta?

El humor que me gusta es el que llega a la mayoría de la gente, no me gusta ser ácido ni ser ofensivo. En este programa creo que lo hemos logrado. Si alguien piensa que soy uno de fuera que viene a reírse de cosas de la CAV, está equivocado, nada más lejos de la realidad. Soy un tío que vive en Asturias y que hago humor con los vascos para los vascos.

¿Tiene visos de tener continuidad este programa?

Creo que sí, y mira que yo para estas cosas soy muy pesimista. Viendo todo lo que ha trabajado el equipo de la productora, la ilusión con la que hemos trabajado todo y viendo, sobre todo, el resultado de la grabación de los monólogos con público. Nos reímos muchísimo. Con que la gente en sus casas se ría la mitad de lo que se ha reído el público, lo tenemos hecho, seguro.

¿A qué se dedicaba antes de hacer monólogos?

Antes de esto he hecho de todo, he estudiado Magisterio y he hecho trabajos varios: repartidor, camarero, en el albergue de Cruz Roja de Valladolid...

¿Siempre le ha gustado ser humorista de profesión?

¡Qué va! Si es que yo no me quería dedicar a esto. Fue por casualidad, una amiga me dijo que había un concurso de monólogos en Valladolid y me apunté.

¿El gracioso de la cuadrilla?

Tampoco era el payasete del grupo, era el que sacaba punta a las cosas...

Payasete no, ¿el incordio?

Ja, ja, ja... Me metía con todos pero sin faltar al respeto a nadie. El concurso fue bien, me junté con otros cómicos y a esto me dedico por inconsciencia. Cuando llevaba unos años actuando dije: "Ya estoy viviendo de esto y ahora estoy en el país de los vascos".