BILBAO. El relevo del Carens depara una alegría a los partidarios de los vehículos familiares de talla media. El vetusto diseño vigente hasta hace poco ha cedido el paso a una creación mucho más competente y agraciada. Kia sustituye el anterior modelo por un monovolumen de esbelta silueta que ofrece cinco o siete plazas, sugiere mayores atributos y reclama cantidades juiciosas (parte de 14.740 euros).
Kia es, con toda probabilidad, la marca de automóviles asiática que mejor sintoniza con el público occidental. Sus actuales cánones estéticos, recursos técnicos y baremos de calidad se asemejan a los europeos; el único inconveniente es que los precios también se van aproximando a ese nivel. Todo ello lo convierte en uno más entre los constructores de primer orden, con productos que podrían ingresar en el catálogo de cualquier marca generalista alemana o francesa.
El Carens accede ahora a esa nueva generación de modelos Kia. Lo hace tras reinventarse siguiendo al pie de la letra las instrucciones que han convertido a cee'd y Sportage en pilares comerciales de la firma. Al igual que estos hermanos, apuesta por un lenguaje estético más elocuente y conmovedor, indispensable carta de presentación en un coche para la familia. Al fin y al cabo, para poder mostrar las demás cualidades antes es preciso entrar por los ojos del público.
Es esa una asignatura que pasa con nota el Carens gracias a un diseño armonioso y favorecedor. Quizá no destaca por su atrevimiento, pero tampoco incurre en rasgos tópicos. Más bien es uno de esos automóviles con línea amable tan del agrado de la clientela de clase media. El contraste con su antepasado, con el que únicamente comparte el nombre, es absoluto y evidente.
El atractivo del recién llegado radica, en buena medida, en su menor corpulencia. El modelo actual recorta longitud y anchura un par de centímetros (4,52 y 1,80 metros, respectivamente) y rebaja otros cuatro la altura del techo (1,61 m.).
Así estiliza su figura -optimiza su aerodinámica- sin perder habitabilidad. De hecho, la incrementa al añadir cinco centímetros entre ejes (tiene 2,75 metros de batalla) y garantiza 536 litros de maletero con la configuración de cinco asientos. Kia propone otra con siete plazas, que ocupa casi por completo el portaequipajes con una tercera línea de asientos más bien adecuada para niños. Estos asientos suplementarios -cuestan 700 euros- dejan 103 litros para maletas; pueden plegarse en el piso del maletero, brindando así 492 litros.
La cabina resulta cómoda y acogedora. La fila intermedia puede desplazarse longitudinalmente a fin de conceder un respiro a las piernas de sus inquilinos. La puesta en escena cultiva un estilo moderno y emplea materiales de estimable calidad bien rematados.
El fabricante surcoreano adjudica al monovolumen compacto tres acabados. El menos ostentoso no renuncia a siete años de garantía, seis airbags, control de estabilidad, ayuda al arranque en cuesta, ABS, control de velocidad, aire acondicionado, elevalunas y espejos eléctricos, radio CD con mp3 y Bluetooth. La interpretación más ambiciosa incorpora techo panorámico, climatización con doble control, sensores de aparcamiento, siete plazas, llantas de aleación de 17", control de presión de los neumáticos, ópticas traseras LED, panel de instrumentos tipo Supervisión, navegador con cámara de asistencia al estacionamiento y sistema de botón de arranque electrónico con llave inteligente.
La variante más asequible del Carens, animada por la mecánica gasolina de 135 CV, cuesta 14.740 euros con la bonificación del Plan PIVE. Culmina la gama una versión CRDi 1.7 de 136 CV que sale por 23.845 euros. Esta tarifa convierte al modelo de Kia en una de las propuestas más interesantes de su categoría.