BILBAO. Tenemos los mejores coches de la historia, y a unos precios que no se van a repetir". Es el elocuente resumen del director general de una de las grandes marcas generalistas cuando se afloja la corbata y sale a fumar un pitillo. Esa descripción constata algo obvio, la categoría de los productos contemporáneos, y esboza un diagnóstico rápido del mercado, inmerso en una espiral de descuentos que amenaza su propia subsistencia. Lo cierto es que nunca hasta ahora había sido posible adquirir automóviles de calidad tan alta a precios tan bajos. A las suculentas rebajas de fabricantes y concesionarios se suma ahora la aportación del Plan PIVE, que bonifica el cambio de un modelo veterano por otro nuevo poco contaminante. Parece que comienza a dar fruto.

Las circunstancias serían idílicas para el consumidor si no fuese por el escenario en el que se producen. Los alicientes económicos gubernamentales y de las empresas de automoción se articulan precisamente para insuflar oxígeno a un sector que languidece debido a la caída de las ventas. La crisis frena el consumo y esa paralización no hace sino acentuar el problema. A la vista de las circunstancias, buena parte de la clientela potencial en disposición de comprar coche desiste u opta por aplazar su decisión a la espera de tiempos mejores.

La situación económica actual, que castiga a una porción creciente de la sociedad, extiende sus efectos incluso a quienes se sienten blindados. Por eso impera la sensación de que no es momento de hacer dispendios, menos aún adquiriendo bienes considerados prescindibles como el automóvil. Por si fuera poco, algunos de los que, a pesar de todo, se plantean esa compra se descubren que el grifo de la financiación no fluye como antes.

De todos modos, es indiscutible que los coches nuevos cuestan menos que nunca. Las rebajas perpetuas convierten las tarifas oficiales en referencias lejanas. Salvo excepciones, los automóviles ya no tienen precio fijo: si dos personas pagan lo mismo por productos idénticos eso solo puede significar que tanto la marca como el distribuidor han tocado fondo y ya no pueden cobrar menos. El negocio del automóvil está dejando de serlo.

Descuentos y subvenciones

Los fabricantes llevan años realizando descuentos cada vez más agresivos para promocionar sus productos. Los distribuidores, que son el eslabón débil de la cadena, también contribuyen a ese objetivo renunciando a su exiguo margen comercial. Por eso ha sido muy bien recibida la respuesta positiva de la administración a las repetidas solicitudes de ayuda.

Esta se acaba de materializar en el Plan PIVE. El Programa de Incentivos al Vehículo Eficiente pretende contribuir a la recuperación del sector estimulando la renovación del parque automovilístico obsoleto. Su cometido es sacar de la calle coches viejos, y por ello contaminantes, subvencionando parcialmente la adquisición de un sustituto con bajo impacto medioambiental. La subvención asciende a dos mil euros. La mitad proceden de las arcas públicas (el beneficiario ha de computarlos en su de declaración de la renta). Las marcas de coches se comprometen a descontar otro tanto, aunque en muchos casos su contribución supera con creces esa cantidad.

El Gobierno del Estado destina al proyecto 75 millones de euros, es decir, aspira a eliminar 75.000 vehículos antiguos. Los expertos coinciden en que es un buen negocio, puesto que el erario recuperará con creces esos fondos por la vía impositiva, de manera directa (tasas sobre la venta de los nuevos coches) y a través del consumo (combustibles, seguros, peajes, etc.). La asociación de fabricantes Anfac concreta esa rentabilidad: "por cada euro invertido en el Plan PIVE, el Estado recaudará tres".

Además, el IDEA (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) estima que cambiar esos coches obsoletos por otros más eficientes comportará un ahorro de 26,1 millones de litros de combustible al año, equivalentes a unos 16 millones de euros. Eso va a evitar anualmente 54.000 toneladas de dióxido de carbono en la atmósfera.

De momento parece que el PIVE funciona. Las visitas a los concesionarios y las matriculaciones van recuperando el ritmo en octubre, sobre todo en comparación con el mes pasado, el peor de la historia.