Si hay un acto esperado por las cuadrillas de blusas y neskas cada 5 de agosto ese es, sin duda, el primer paseíllo de las fiestas, esa alocada kalejira rumbo a lo que hace un tiempo fue una plaza de toros y que, pese a la desaparición de las corridas del programa oficial, nunca ha dejado de celebrarse. 

El de esta tarde ha sido un paseíllo de lo más animado, en el que ha quedado patente que las energías están todavía a tope, y bajo un agradecido sol que ha contrastado con las frescas temperaturas de los compases iniciales de La Blanca.