Los 7.500 millones de euros que Hungría podría dejar de recibir de la Unión Europea (UE), por violar el estado de Derecho, equivalen al 4,8% de su PIB del año pasado y son ingresos esenciales en divisas en un momento en el que la moneda nacional del país magiar está debilitada y el precio de la energía disparado.

Esos 7.500 millones suponen un tercio de los 22.500 que se le han asignado a Hungría en el presupuesto comunitarios para el periodo 2021-2027.

La congelación de esos fondos, propuesta el pasado domingo por la Comisión Europea, afectaría a tres programas, los de Medio Ambiente y Eficiencia Energética Plus; de Transporte Integrado; y de Desarrollo Territorial y Urbano, donde se sospecha que el pasado hubo casos de corrupción y fraude por parte del Gobierno encabezado por Viktor Orbán.

En términos generales los fondos comunitarios suponen el 3,5% del PIB húngaro de cada año, según manifestó ayer el economista Zoltán Pogátsa a la televisión privada ATV, una cantidad importante pero no decisiva. “Incluso si se suspende el 100% de estos fondos, tampoco significaría una quiebra”, explicó Pogátsa, subrayando, además, que mucho más importante es que se trata de euros.

Necesidad de moneda fuerte

En la actual situación, cuando el forinto, la moneda húngara, se ha depreciado, el Gobierno ultranacionalista necesita disponer de una moneda fuerte para comprar gas en los mercados internacionales. El forinto se ha depreciado un 8% respecto al euro desde el pasado enero.

Los tres programas afectados por la posible suspensión han sido en el pasado investigados por la Oficina europea de lucha contra el fraude (OLAF), que en 2016 detectó “posibles fraudes”.

Ese organismo informó de irregularidades en licitaciones de obras públicas financiadas con fondos comunitarias, entre ellas contratos de alumbrado público a una empresa con la que tuvo vínculos István Tiborcz, yerno del primer ministro Viktor Orbán.

Otros casos investigados son lo de la línea 4 del metro de Budapest o la construcción de una autopista.

La Comisión ha justificado su propuesta de congelar esos fondos en las irregularidades sistemáticas y deficiencias en la contratación pública, así como insuficiencias en el tratamiento de los conflictos de intereses en el ámbito público.

Para corregir esos problemas, el Parlamento, donde el Fidesz de Orbán tiene mayoría absoluta, aprobará una serie de enmiendas legales para satisfacer la exigencia de transparencia de la UE.

El Gobierno húngaro, normalmente muy combativo y crítico con Bruselas, reaccionó bajando el volumen de sus mensajes y asegurando que las negociaciones con la UE avanzan bien y que finalmente cumplirá con las exigencias y podrá así recibir el dinero.

El Parlamento Europeo había adoptado el pasado jueves, con una amplia mayoría, un informe que señala que Hungría ha dejado de ser una democracia plena para convertirse en un “régimen híbrido de autocracia electoral”. Un día después, el primer ministro de Hungría, el ultranacionalista Viktor Orbán, calificó el informe del Parlamento Europeo sobre el estado de la democracia en su país como un “chiste”. “Ya no nos reímos de eso, porque es un chiste que ya aburre”, señaló el mandatario en Belgrado, donde se reunió con el presidente serbio, el conservador populista Aleksandar Vucic.