- Las cartas están echadas en la campaña presidencial francesa, que vivió los últimos actos electorales de los dos aspirantes al Elíseo, el candidato a la reelección, Emmanuel Macron, y la ultraderechista Marine Le Pen, que se lanzaron los últimos dardos.
El presidente liberal puso en duda las intenciones democráticas de su rival, quien a su vez le acusó de traicionar a los franceses, a un día de la clave jornada electoral que el mandatario saliente afronta con el viento a favor de los sondeos.
Macron se dio un último baño de masas y pronunció su último mitin en una soleada tarde en Figeac, una pequeña localidad de 10.000 habitantes en el sur del país donde se subió al templete de la plaza, rodeado de enfervorizados fieles, para desgranar algunas de sus medidas en favor del mundo rural.
“¡Y uno, y dos, y cinco años más!”, gritaron los asistentes a quienes, por momentos, tuvo que frenar y recordar que, pese a las encuestas, “nada está ganado todavía”.
El presidente regresó a un territorio de izquierdas, feudo socialista, en un guiño más al electorado que en la primera vuelta apoyó a Jean-Luc Mélenchon, que acabó tercero con casi ocho millones de votos que se han convertido en la clave de la victoria.
Macron no citó el nombre de su rival, pero se vio sorprendido por las octavillas lanzadas desde un balcón de la plaza por un grupo de fieles de Le Pen, que blandieron una pancarta en la que aseguraban que “cuando todo será privado, estaremos privados de todo”.
El candidato a la reelección pidió a los asistentes al mitin que no les abuchearan y les dijo: “Alégrense de vivir en una democracia que les permite discrepar. Con el proyecto de otra candidata sería diferente”.
Acusó a su rival de apadrinar un proyecto basado “en el odio y la división del país” y antepuso el suyo, que consideró “un proyecto de futuro (...) basado en los valores que fundamentan la historia de Francia”.
Como viene asegurando desde que se impuso en la primera vuelta, afirmó que el voto de mañana será “un referéndum sobre Europa, sobre un país laico, unido, indivisible, una economía fuerte y abierta al mundo”.
Ese mismo argumento utilizó Le Pen para atacarle, para asegurar que, mañana, los franceses deberán “elegir entre Macron y Francia”.
La candidata de la extrema derecha se paseó por un mercado de otro pequeño pueblo, Étaples, en el norte del país, donde multiplicó las críticas al presidente, a quien acusó de haberle “agredido” durante el debate del pasado miércoles y, con ello, “agredir a todos (mis) electores”.
Sus dardos fueron sobre todo contra el proyecto de reforma de las pensiones que programa su rival, que prevé retrasarla de 62 a 65 años, algo que ella equiparó con una “cadena perpetua”.
En una región desindustrializada, donde en la primera vuelta logró una amplia mayoría y donde sigue siendo favorita, Le Pen reiteró que “los sondeos no son las elecciones” y acusó a Macron de comportarse con “arrogancia sin límites”, una actitud contra la que pidió “levantarse”.
En su tercer asalto al Elíseo, Le Pen se mostró “satisfecha” de su campaña: “Salga como salga, he hecho la campaña que deseaba”. Todos los sondeos otorgan de forma unánime la victoria a Macron, con una ventaja que va de los seis a los quince puntos sobre la ultraderechista Marine Le Pen.