- El canciller alemán, Olaf Scholz admitió ayer que Alemania no puede romper “de la noche a la mañana” los vínculos con Rusia en materia de energía pese a que se está trabajando incansablemente para lograr alternativas. “Nuestro país trabaja con sus socios dentro y fuera de la UE para desarrollar alternativas a las fuentes de energía rusas. Pero eso no se consigue de la noche a la mañana. Por ello es una decisión consciente mantener las relaciones de las empresas en materia energética”, dijo.
“Actualmente no hay otra forma de garantizar el suministro de energía de Europa para la generación de calor, la movilidad, el suministro eléctrico y la industria. Por tanto, es de fundamental importancia para los servicios de interés general y la vida cotidiana de nuestros ciudadanos”, señaló en una declaración transmitida por la Cancillería.
El canciller alemán agregó: “todos nuestros pasos están diseñados de tal manera que golpean duro a Rusia y son sostenibles a largo plazo. Europa eximió deliberadamente de las sanciones a los suministros energéticos de Rusia”. Según cifras de la Oficina Federal de Estadística un 55% del gas que se consume en Alemania es importado de Rusia.
En parecidos términos se expresaron los primeros ministros del Reino Unido, Boris Johnson, y Países Bajos, Mark Rutte, que coincidieron en que la reducción de la dependencia de los hidrocarburos rusos debe hacerse “paso a paso”, en lugar de con un veto inmediato a todas las importaciones.
“No podemos simplemente dejar de utilizar el petróleo y el gas de la noche a la mañana, incluso el de Rusia”, afirmó Johnson en una rueda de prensa conjunta en Londres con Rutte y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Por su parte, Rutte sostuvo que “a lo largo del tiempo se debe reducir de forma dramática la dependencia energética de Rusia”, pero ese proceso debe ser progresivo.
En cambio, el primer ministro de Canadá, cuyo Ejecutivo sí ha vetado la importación de hidrocarburos rusos tras la invasión de Ucrania ordenada por Moscú, puntualizó que las importaciones canadienses de productos petroquímicos rusos son “insignificantes”.