- La pandemia del coronavirus ha hecho tambalear en Alemania lo que eran dogmas para los conservadores y símbolos odiados por la izquierda, como la insistencia en un presupuesto equilibrado o las limitaciones a las ayudas sociales.
"Es interesante que ahora de repente sean posibles cosas que hace poco se calificaban de ideas locas que no se podían financiar", declaraba este fin de semana a la revista Der Spiegel el copresidente del grupo parlamentario de La Izquierda Dietmar Barsch. "Esas cosas son ahora llevadas a la práctica por los conservadores en medio del aplauso de la población", agregó.
El presupuesto equilibrado, el célebre 0 negro que se había convertido en una especie de mantra de la austeridad, es algo a lo que de momento nadie aspira. De hecho, el Parlamento ha aprobado un presupuesto adicional presentado por el Gobierno para hacer frente a las repercusiones de la pandemia que contempla deudas por valor de 156.000 millones de euros y el Ministerio de Finanzas calcula que puede haber este año un déficit superior al 7% del PIB.
El otro tema que siempre ha sido una manzana de la discordia es el llamado Hartz IV, como se conoce a la ley que reglamenta la ayuda social desde las reformas al sistema social realizadas por el último Gobierno de Gerhard Schröder y que llevaron a una profunda división del Partido Socialdemócrata (SPD).
Las reformas de la llamada Agenda 2010 implicaban diversos recortes sociales y reducción del tiempo durante el que se recibe el subsidio del paro, calculado a partir del último salario, con lo que los desempleados pasaban más rápidamente que antes a percibir lo que se empezó a llamar Subsidio de Paro II que cubre sólo el mínimo de existencia.
Además, antes de tener derecho a esa prestación, el desempleado estaba obligado a gastar sus ahorros y, aunque recibía un subsidio para arriendo y calefacción, tenía una limitación con respecto a los metros cuadrados de su vivienda.
Mucho de ello se ha relajado ahora. La regla es que nadie que se haya quedado sin trabajo como consecuencia de la pandemia tenga que abandonar su vivienda y buscar otra. Las normas para acceder a la ayuda social, además, se han suavizado y la gente no tiene la obligación de gastarse sus ahorros.
La Izquierda es un partido que surgió de una fusión entre el antiguo Partido del Socialismo Democrático (PDS), heredero del partido de Gobierno de la extinta RDA, y una agrupación de disidentes socialdemócratas, encabezados por el exministro de Finanzas Oskar Lafontaine.
Lafontaine y sus seguidores se habían declarado en rebelión contra Schröder por las reformas de la Agenda 2010 que ellos veían como una traición a los principios socialdemócratas. Schröder, en el discurso que agrupaba a La Izquierda, le había abierto las puertas al neoliberalismo radical en Alemania también en otros campos, como el de la Sanidad.
Después de la era Schröder sus reformas empezaron a ser consideradas, no por parte del SPD sino por parte de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Angela Merkel, como la base de recuperación que vivió Alemania tras 2005 y de la forma como superó, sin graves consecuencias para el mercado laboral, la crisis de 2008.
A la Agenda 2010 se agregó, tras la crisis económica y financiera, el mantra del 0 negro y todos los que cuestionasen tanto lo uno como lo otro eran vistos desde las filas conservadoras como ilusos sin remedio.
Con la pandemia se ha hecho posible pensar lo impensable en ambos aspectos y además se han hecho frecuentes ideas que solían venir sólo de La Izquierda, como la de buscar caminos para aumentar la remuneración de enfermeras y enfermeros y otros trabajos del sector de la salud o la de no someter al dictado de la eficiencia económica determinados sectores.
A la crisis de 2008 se respondió con un paquete coyuntural, que llevó a que se dijera que Angela Merkel era la primera conservadora que presidía un Gobierno socialdemócrata, y cuando se superó la crisis en Alemania vino el dictado de la austeridad.