Estambul/Atenas - Varios miles de refugiados, sobre todo sirios y afganos, han pasado la jornada de ayer acampados ante el paso fronterizo de Grecia cerca de la ciudad turca de Edirne, con la frustrada esperanza de poder pasar al lado griego.
Los migrantes habían comenzado a trasladarse el viernes desde diversas partes de Turquía en autobuses fletados para la ocasión y transporte público, tras correr por las redes el bulo de que podrían pasar de forma legal, al abrirse las fronteras.
Según fuentes oficiales griegas, hacia el mediodía de ayer unas 7.000 personas esperaban en la región de Edirne con la esperanza de entrar a Grecia.
El movimiento masivo fue desencadenado por la decisión de Turquía, en reacción a la actual escalada de violencia entre su ejército y las fuerzas de Damasco en Siria, de "abrir las fronteras", pero los refugiados ignoraban que Grecia no pensaba hacer lo mismo. Todo lo contrario: el ministro griego de Protección Ciudadana, Mijalis Jrisojoidis, destacó desde el río Evros, que separa Turquía de Grecia, que nadie va a entrar al país de forma ilegal.
"La situación es difícil. Las personas infelices que están atrapadas en nuestras fronteras no han venido solas. Han sido expulsadas, rechazadas y utilizadas por el país vecino, Turquía", aseguró Jrisojoidis.
El portavoz del Gobierno conservador griego, Stelios Petsas, aseguró que se han evitado "más de 4.000 entradas ilegales al país" y que 66 personas han sido detenidas por entrar de forma ilegal en Grecia desde Edirne.
Enfrentamientos Desde el viernes, y a lo largo del día de ayer, se han sucedido los intentos de cruzar la frontera, así como los enfrentamientos entre migrantes y policías en el paso de Kastanies/Kapikule. En algunos momentos de tensión los refugiados lanzaron piedras, ramas ardiendo y otros objetos a los agentes, que contestaron con gases lacrimógenos.
Otros migrantes intentaron encontrar un camino a través de los espesos bosques que rodean el río Evros, cruzando sus afluentes, una ruta habitualmente utilizada por los traficantes de refugiados, pero peligrosa, que se ha cobrado numerosas vidas en los últimos años.
Presión a la UE La decisión de Ankara es de facto una ruptura del pacto con la Unión Europea UE por el que Turquía se comprometió a impedir la salida de refugiados hacia Grecia y a aceptar de vuelta a aquellos que llegaran a suelo heleno de forma ilegal desde su territorio.
En un discurso en Estambul, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dejó claro ayer por la mañana que el cambio en la política migratoria pretende ejercer presión sobre la UE, tras el duro golpe sufrido por el Ejército turco en los combates en Idlib, en el noroeste de Siria.
Un total de 34 soldados turcos murieron el jueves en un bombardeo aéreo del régimen del presidente sirio, Bachar al Asad, contra las milicias sirias islamistas que, respaldadas por Turquía, intentan repeler el avance de las tropas de Damasco en Idlib.
Erdogan se quejó de que muchos países habían optado por enviar armamento y material a las milicias kurdas en Siria o al propio régimen de Damasco, pero sin apoyar suficientemente a Turquía, que acoge a unos 3,5 millones de refugiados sirios.
Lamentó también que importantes sumas de dinero prometidos por la UE para atender a los refugiados sirios en Turquía se acaban distribuyendo a través de Naciones Unidas y la Media Luna Roja, en lugar de transferirse al Gobierno turco.
"¿Qué decimos desde hace meses? Que si esto sigue así, estaremos obligados a abrir nuestras puertas. Pero no nos creyeron", dijo Erdogan en un discurso en Estambul, transmitido en directo por la cadena NTV.
"¿Así, qué hicimos ayer? Abrimos las fronteras. Hasta esta mañana (por ayer) hay unos 18.000 que están cruzando, forzando el paso fronterizo, pero hoy mismo pueden llegar a ser 25.000 o 30.000 refugiados", aseguró el mandatario turco.
Sin embargo, no consta que desde el viernes hubiesen cruzado a Grecia un número de migrantes significativamente mayor de lo habitual en los últimos meses.
Además de los 66 migrantes detenidos en la frontera terrestre, en las últimas 24 horas llegaron a las islas del Egeo 180 personas, según confirmó a Efe la Guardia Costera helena, algo que no sobresale especialmente en comparación con los últimos meses, con una media de 700 personas por semana.
Los últimos en alcanzar la costa helena fueron los integrantes de un grupo de 27 personas de origen africano, que desembarcaron en Lesbos con la ayuda de una embarcación de la Armada debido a los fuertes vientos de fuerza ocho.
Consejo extraordinario El ministro de Asuntos Exteriores griego, Nikos Dendias, mantuvo ayer una conversación telefónica con el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, a quien solicitó convocar una sesión extraordinaria del consejo de Exteriores para tratar la situación de la frontera greco-turca.
Advertencia. Austria introducirá controles en sus fronteras si la UE no logra impedir la entrada de refugiados atrapados en la frontera grecoturca, advirtió ayer el canciller, Sebastian Kurz. "Estamos en continuo contacto con nuestros socios en la UE y a lo largo de la ruta de los Balcanes Occidentales. Si la protección de las fronteras exteriores de la UE no tiene éxito, Austria protegerá sus fronteras", dijo el jefe de Gobierno en un comunicado. Kurz aludía así a la tensa situación después de que Ankara anunciara que, ante la actual escalada de la violencia entre su ejército y las fuerzas sirias, no iba a impedir el paso de migrantes a Europa.
Si la "protección europea" no sirve
Controles en la frontera de Austria