dentro de menos de dos semanas, el 31 de enero de 2020, el Reino Unido dejará de ser miembro de la UE. Un día triste en la historia del proyecto de construcción europea iniciado hace ya más de medio siglo y una estrella menos en nuestra bandera azul por la misma libre voluntad que llevó a los británicos a pertenecer a la Unión. El mundo no se acaba aquí, pero tampoco el laberinto en que el referéndum del brexit nos sumió a todos a un lado y otro del Canal. Ahora empieza una frenética negociación de ruptura y de nuevo acuerdo entre ambas partes, que se antoja imposible en los once meses que formalmente nos quedan, pues, el límite que acepta Boris Johnson es el del 31 de diciembre del presente año. Una vez más caminamos al borde del precipicio, pero con el agravante de que ahora vamos a negociar cuestiones muy concretas que afectan a millones de personas y a cientos de miles de empresas. Llega, pues, la hora de la verdad del brexit en que se pondrá en juego la capacidad de aguante de los británicos ante los efectos negativos que claramente va a tener a corto su salida de la UE y nuestra verdadera fortaleza de unidad en torno al equipo negociador de Bruselas, dirigido por Michel Barnier.
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