Bruselas - El número de personas que han atravesado las fronteras exteriores de la UE a través de vías irregulares ha llegado en 2019 a su punto mínimo de los últimos seis años, señala en su último informe la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex). El descenso representa un 92% menos que el registrado en 2015, en el pico de la crisis migratoria que sacudió los pilares del proyecto comunitario.
La inmigración ha sido el epicentro de buena parte de la agenda comunitaria durante los últimos años. También ha sido uno de los temas que ha despertado los discursos más emocionales, broncos y divisorios en las instituciones europeas. El discurso de poner freno a la inmigración irregular ha empapado a la mayoría de las familias del arco político. Pero, ¿qué pasó en las fronteras externas de la UE en 2019? Que este tipo de llegadas cayó en picado, según recogen las cifras preliminares del último informe de la agencia Frontex. El documento apunta a dos causas principales que han sido la tendencia general de este periodo: el descenso de llegadas a través de las rutas del Mediterráneo Central -que conecta principalmente Libia con Italia- y del Mediterráneo Occidental -puente entre el norte de África y España-.
Así, durante el año que acabamos de dejar, la inmigración irregular ha caído un 6% situándose en las 139.000 personas (un 0,027% de la población comunitaria), lo que significa un 92% por debajo del récord establecido en 2015, en el pico de la crisis de refugiados. Este año, el Viejo Continente vio el mayor movimiento en sus fronteras desde la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, las capitales europeas -y las propias instituciones- han hecho públicas sus diferencias sobre cómo abordar una de las crisis que más les ha dividido.
El número de personas que llegó de forma irregular a las costas europeas a través de la vía del Mediterráneo Central fue de 14.000, lo que representa una caída del 41%. Los ciudadanos de Túnez y Sudán fueron las nacionalidades más numerosas. En el caso de la ruta Occidental el descenso fue del 58%, siendo marroquíes y argelinos las principales nacionalidades de entre las 24.000 personas que arribaron.
El descenso generalizado se produce a pesar de la tendencia inversa que vivieron el año pasado la ruta del Mediterráneo Oriental -que conecta principalmente Turquía con las islas griegas- y el camino de los Balcanes Occidentales. En medio de las amenazas de Ankara de dejar de cumplir el acuerdo migratorio UE-Turquía, las personas que tomaron esta vía se duplicaron en 2019 con respecto al año previo. También doble ha sido el número personas que han cruzado las fronteras europeas a través de los Balcanes Occidentales.