Lisboa - El primer ministro portugués, el socialista António Costa, perdió ayer los nervios en el último día de campaña y tuvo que ser sujetado por sus escoltas cuando se lanzó hacia un anciano que le acusó de irse de vacaciones durante la tragedia de los incendios de Pedrógão Grande. “¡Es mentira! ¡Es mentira!”, gritó Costa al anciano, que se dirigió a él durante un paseo electoral en el centro de Lisboa y le acusó de estar de “merecidas vacaciones” cuando los incendios acabaron con la vida de más de 60 personas en junio de 2017.
Tras recalcar que eso era “mentira”, Costa se giró con intención de alejarse, pero volvió a darse la vuelta y se lanzó enfadado hacia el anciano y llamándole “mentiroso” a gritos, tras lo que tuvo que ser sujetado por los escoltas que le acompañaban para poner fin al incidente. Minutos después, cuando ya se encontraba en la cercana estación de Santa Apolónia para tomar el tren rumbo a Oporto, donde encabezó el último acto electoral, Costa denunció en declaraciones a periodistas que hay “una campaña de mentiras que la derecha repite constantemente” sobre que estaba de vacaciones cuando ocurrió la tragedia. El socialista, que calificó de “lamentable” esa acusación, recordó que el 18 de junio, horas después de que se iniciase la tragedia, se desplazó al Ayuntamiento de Pedrógão Grande para acompañar la situación. El incidente empañó el último día de campaña de Costa para las elecciones legislativas del domingo, para las que los últimos sondeos le otorgan una victoria con entre el 36,5% y el 38% de los votos, lo que le dejaría sin mayoría absoluta y obligado a buscar el apoyo de otros partidos.
Con el segundo partido, el PSD (centroderecha), a una considerable distancia -los sondeos le dan en torno al 28%-, la principal incógnita al cierre de campaña es con quién pactará el primer ministro para alcanzar una mayoría que le permita seguir gobernando en solitario. Hace cuatro años lo logró con el apoyo parlamentario del marxista Bloco de Esquerda y la coalición de los comunistas y los verdes, la CDU, pero esa histórica alianza, bautizada como geringonça (chapuza en portugués), vive ahora sus horas más bajas. Por ello, Costa busca alternativas que no le exijan un Gobierno de coalición a cambio de apoyos -como teme que haga el Bloco si vuelve a pedirle ayuda- y la solución puede residir en pactar solo con los comunistas o, de forma más sorprendente aún, con el animalista PAN. - Efe