Bruselas - El partido con raíces neonazis Demócratas Suecos (DS) ha crecido de forma espectacular durante los últimos años y tras los comicios y su buen resultado hará cambiar la política sueca. Pero la UE mira a estos comicios con cierta desazón, quizás aceptando lo que es ya la nueva normalidad. Cuando la normalidad cambia de forma el aterrizaje siempre es duro.
La madrugada del 23 de junio de 2016 comenzó ese proceso. Cuando la noche cayó y en los pubs cercanos a la Comisión Europea se arremolinaban ciudadanos, periodistas, políticos y algún que otro diplomático con el objetivo de celebrar lo que pensaban que sería la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, no se podían esperar lo que ocurrió después. Cuando en la BBC anunciaron que Sunderland y Newcastle caían del lado del Leave las caras se empezaron a desencajar. Sería el rostro que se le quedaría a la UE a partir de entonces. A las 3 de la mañana la gente volvía a sus casas por las desiertas calles del barrio europeo sabiendo que el Reino Unido abandonaba la UE.
Con Donald Trump ocurrió algo parecido. Una sensación de irrealidad se adueñó de todo el mundo la noche de las elecciones americanas. Cuando ocurrió, muchos todavía no podían pensarlo. Para el periodista había una sensación de irrealidad a la hora de escribir la frase “Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos”. Había un convencimiento de que no ocurriría, y era tan fuerte, aunque fuera en el subconsciente, que nadie se había preparado para lo que venía después. Eso instaló una sensación apocalíptica en Bruselas. Parecía que el desenlace era inevitable. Caerían Austria, Países Bajos y Francia, y después, quizás Alemania. Finalmente no ocurrió eso. Con este resultado las instituciones lanzaron las campanas al vuelo: vivíamos una primavera europea. Jean-Claude Juncker, presidente de la CE aseguró que el viento soplaba ahora tras las velas de Europa. La realidad es que no era así. - Nacho Alarcón